GONZALO PARENTE VENTANA AL MUNDO
24 mar 2002 . Actualizado a las 06:00 h.La semana pasada, en pleno fragor de la cumbre europea de Barcelona, ocurrió un hecho histórico que no debe pasar desapercibido. La cuesta abajo en Yugoslavia, iniciada con la muerte de Tito en 1982, rompió la marcha de una serie de acontecimientos en cascada, a cual más violento, que terminaron con la desmembración de una nación de naciones. La República Federal de Yugoslavia agrupaba, desde el final de la Segunda Guerra Mundial a seis repúblicas, cinco etnias, cuatro lenguas, tres religiones y dos autonomías en un solo Estado. A pesar de su ideología comunista, mantuvo su independencia de Moscú con un desarrollo económico e industrial al estilo occidental. Modelo de convivencia Yugoslavia era un modelo de convivencia multicultural, aunque los serbios dominaban en la distribución del poder federal. Se comprende que, al faltar la mano férrea que mantenía este mosaico balcánico, se iniciase una descomposición rápida y dolorosa. Milosevic intentó hacerse con los restos del naufragio para formar la Gran Serbia; lo mismo hizo Franjo Tudjman para la Gran Croacia y también lo intentaron los albaneses en Kosovo y Macedonia. Todos entraron en la locura belicista, pero Milosevic pasó a los tremendos genocidios por los que está siendo juzgado en La Haya. Así llegó la muerte de Yugoslavia contra todos. Primero fue la URSS, después Checoslovaquia y ahora Yugoslavia que, mira tú por donde, tras una larga agonía vino a morir a Barcelona. Ciudadanos armados El poderoso Ejército serbio no fue capaz de contener la gran desbandada porque además del Ejército federal, Tito había organizado un ejército popular por el que cada ciudadano tenía un arma en su casa y era un combatiente. Los destrozos de estas guerras balcánicas todavía bailan en nuestras retinas: Tito, Yugoslavia, Milosevic, todas las imágenes del sufrimiento humano ocasionado, no han servido mas que para pasar a los libros de la historia de la Humanidad como algo que no se debiera volver a repetir.