El sumun de corazón celeste

GRADA DE RÍO

XOAN CARLOS GIL

Un documental retrata a Iago Aspas en las voces de quienes mejor le conocen

26 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

A Iago Aspas se le saltaron las lágrimas en el banquillo tras aquel doblete frente al Villarreal en su reaparición en A Nosa Reconquista. Y se le saltaron ayer tras ver el documenta Informe Aspas sobre su trayectoria futbolística, en el que se recogía, entre otros, ese momento. La emoción interrumpía su respuesta a la pregunta de qué había sentido al recordar tantos instantes y verse reflejado por quienes más le quieren y mejor le conocen.

Al ver todo eso en pantalla grande desde la butaca y rodeado de muchas de esas mismas personas, Iago siente «orgullo». «Lo buen futbolista que soy o intento ser es gracias a la familia y amigos que tengo, que me han ayudado a ser internacional, a jugar un Mundial. Viniendo de una familia humilde —ahí tuvo que parar—, un mecánico y una mariscadora con cuatro hijos», señala quien se presenta como «un chico humilde de pueblo» que demuestra serlo y que ha logrado triunfar.

A Iago Aspas le describe el mayor de sus tres hermanos, Urbe, como «guerrero y obstinado, pero muy noble»; el segundo de ellos y excéltico, Jonathan Aspas, recalca que ni en los peores momentos le faltó «la confianza en sí mismo, decirle a quien fuera que por qué no le ponía». Su mujer, Jennifer Rueda, constata que «nació con el corazón celeste» y cuenta que cuando no tenía minutos en el Liverpool «estaba triste y no era él». Igual que confirma que cualquier liga le vale y que se resiste cuando le pide poner en la tele algo que no sea fútbol.

Respecto a esa época sin protagonismo, interviene Unai Emery para aludir a la temporada en la que lo tuvo a sus órdenes en el Sevilla. «A Iago Aspas le tengo admiración futbolística y personal. Es de los pocos jugadores que, con el tiempo, digo que no le di lo que merecía». Lo agumenta con el momento de Bacca y que jugaba con un delantero o dos. El propio jugador recuerda el episodio de sus aspavientos en el banquillo del 2015, revelando que pidió perdión.  

Javier Maté habla de ese chaval que quería ser recogepelotas para estar lo más cerca posible del campo, que «siempre quería estar por encima» de lo que estaba y que era «asquerosamente bueno». Él siempre confió en que explotaría y cuenta con emoción cómo hace no mucho, su madre le dio las gracias por la «paciencia» que tuvo con él. También le define el mítico guardameta como alguien que «sabe que no todo el mundo tiene para pagar un abono, porque les conoce».

El presidente del Celta, Carlos Mouriño, ensalzaba antes de la proyección su carácter único: «Ha habido buenos jugadores en el Celta, pero solo un Iago Aspas, solo uno de esa enorme categoría salido de nuestra cantera». Y el director general, Antonio Chaves, hacía seguramente le resumen más certero: «Iago quiere al Celta, se interesa por la cantera, por los jóvenes, por el propio club. No es un simple jugador, es el sumun de lo que se puede esperar de un canterano. Representa la afouteza».

«De no ser con el Celta, hubiera jugado con el Moaña o con los niños en casa»

Hace tiempo que Iago Aspas cierra la puerta a colgar las botas en un sitio diferente al Celta y ayer lo confirmó sin ningún tipo de duda: «Es totalmente imposible retirarme con otra camiseta», señala. Pero también deja claro que si no hubiera sido en el club de su vida, él hubiera disfrutado de su deporte a la escala que hubiera podido. «Me gusta el fútbol, disfruto en el terreno de juego. Hubiera sido en el Moaña o si no, con los niños en casa», comentó.

En el documental, Aspas recuerda las 3.500 pesetas —cifra que se le quedó grabada— que costaban las primeras botas de tacos que le compraron sus padres con esfuerzo. «Nunca había jugado en sintético», recuerda el futbolista celeste. Después vinieron un sinfín de momentos que siempre recuerda con cariño, desde el doblete al Alavés a A Nosa Reconquista.

Le preguntaron al moañés sobre su experiencia en el Rápido de Bouzas. «Esa cesión fue un golpe de realidad. Me ayudó a mejorar», dijo comparando aspectos que eran diferentes al Celta, como tener que llevar la ropa a lavar a casa o ponerse de acuerdo entre los padres para desplazamientos. Luego vinieron el doblete al Alavés, su marcha y vuelta, A Nosa Reconquista y un sinfín de capítulos de la historia del Celta que quedarán para siempre.

A la pregunta de si ve sucesor en la cantera a día de hoy, puso sobre la mesa el nombre de Fer López, canterano que actualmente compagina el Celta C Gran Peña y el Juvenil A de División de Honor y que ya entrenó con ellos en alguna ocasión el curso pasado -incluso reveló que Nolito le había puesto un apodo-, y también se acordó de Raúl Blanco, su primo del filial al que hay que echarle un capote, señaló.

María Juncal, la madre con tres trabajos de fin de semana y la más orgullosa de todos

Iago Aspas estuvo acompañado por su familia al completo en el photocall previo a la proyección del documental, y también de amigos que considera familia, como Roberto Lago. Entre quienes posaron con él estaba una de las grandes protagonistas del informe, su madre, María Juncal. Ella, la mariscadora que tenía tres trabajos más el fin de semana, desató más de una carcajada con su manera de contar las anécdotas de la vida de su hijo.

Con la naturalidad de si estuviera hablando con cualquier amiga, María relata diferentes momentos de la vida y la trayectoria de Iago, cuyos partidos se ha resistido a dejar de seguir desde la grada. «Nos dan invitaciones, pero yo me voy arriba, a donde está la peña, a las quimbambas», dice ella. La misma que más de una vez reñía a Iago por protestar a los árbitros —«le decía: ‘Calla la boca, no protestes» — y que no se creía nada cuando respondía que no se repetiría.

Recuerda la matriarca a aquel Iago para el que cualquier momento era bueno «para dar unos toques a su balón». Y al Aspas al que cuando se lesionó en el 2019 llegaron a pedirle que volviera «hasta en un tanatorio». María también tira para casa, con el humor que impregna sus intervenciones: «En las cosas que hacen mal, los hijos salen al padre; en las que hacen bien, a mí».