Unzué, una lección de vida en cada palabra

M. V. F. VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

XOAN CARLOS GIL

El excéltico asume su enfermedad, sigue disfrutando de una vida plena pese a las limitaciones y reivindica que los políticos se impliquen en la causa de la ELA

08 feb 2022 . Actualizado a las 22:30 h.

«Hasta el último día, voy a ser Juan Carlos Unzué, con mis emociones, mis pensamientos y mis sentimientos. Eso es lo esencial». El que fue entrenador del Celta en la temporada 2017/2018 subraya que su enfermedad no altera las capacidades cognitivas. Por eso tiene claro que quiere seguir disfrutando de lo que la vida le regale dentro de las limitaciones y dificultades que se derivan de la ELA. Y por eso, aunque él no lo exprese así, será ejemplo el tiempo que la dolencia se lo permita. Luego, quedará su legado.

Ayer, rodeado en Vigo de viejos conocidos con los que coincidió en el Celta y de jóvenes canteranos que le escucharon con atención, Unzué repitió lo que viene haciendo desde que supo su diagnóstico: dar lecciones de vida. Aunque el auditorio era diferente: «Es una satisfacción y un orgullo este acto que sirve para dar visibilidad a la ELA y, además, volver a saludarte y abrazarte con jugadores, gente del staff, muchos amigos. Me hace mucha ilusión», comentaba al acabar sobre los reencuentros celestes.

Antes, hubo tiempo para recordar anécdotas, para las bromas y las risas. Desde el utillero Edu Fernández preguntándole cómo lo hacía para llegar antes que nadie a A Madroa hasta la decepción de Ernesto Vieito por no haberle hecho ficha pese a comprobar su gran golpeo, pasando por Brais Méndez proclamando una vez más que le estará agradecido de por vida por darle su primera oportunidad en la élite. «Era difícil no ver algo en él. Me lo puso muy fácil», dijo el técnico elogiando la actitud del mosense y su capacidad para seguir creciendo tras aquella temporada juntos.

Unzué comenta que hay quien le puede considerar «un loco» por afirmar que, mientras sufre las consecuencias de la ELA, su vida «sigue siendo plena a día de hoy». «Siento cosas que de otra manera, no hubiera podido sentir. No puedo cambiar ni controlar el diagnóstico. La clave es aceptarlo», señaló. Esto le ha servido para constatar el entorno que tiene, el trabajo que hicieron sus padres con él y sus hermanos y, a la vez, el que él mismo ha realizado con sus hijos junto a su compañera de vida, María Elorza, a su lado ayer y siempre.

Pero el hecho de que la sonrisa no se le quite de la cara y de que sea ejemplo de dignidad en cada palabra que sale de su boca no está reñido con las reivindicaciones. Con la realidad de las cifras de la ELA, una enfermedad sin tratamiento y en cuya investigación apenas se avanza, como recordó junto con Dámaris Domínguez, de la Asociación Galega de Afectados pola Esclerose Lateral Amiotrófica (Agaela). «Falta que los políticos, aparte de escucharnos, actúen», pidió el excéltico, que se siente un privilegiado dentro de su equipo de pacientes de ELA —como él llama— por tener recursos económicos suficientes para hacerle frente. Cree que haber sido deportista condiciona su manera de afrontar este trance.

El navarro está convencido de que «hay muchísima más gente buena que mala en este mundo y si puede, ayudan. El cariño y el respeto suman si no se puede ayudar en lo económico». Agradece todo el apoyo y la ayuda, incluida la de los medios de comunicación. «Nos dan este espacio y este tiempo para conocer la ELA desde la medicina, desde la investigación. A partir de ahí conseguiremos tener a más gente concienciada y ayudará a que los políticos tomen cartas en el asunto», insistió. También quiso compartir que ha aprendido más de los momentos complicados de la vida que de los exitosos. «Me han dado la posibilidad de rebelarme, dar lo mejor de mí mismo, crecer, sentir que puedes superar una situación complicada».

Además, Unzué encuentra la inspiración en aquellos enfermos de ELA en fases más avanzadas que ya no pueden comunicarse sin una máquina o respirar sin una traqueotomía y que tampoco pierden la sonrisa. «Estamos en una sociedad donde estamos hartos de leer noticias negativas de jóvenes que no encuentran sentido a la vida y nos dejan. Como sociedad, desaprovechamos ese mensaje. La vida merece la pena», subrayó el lema de su lucha queriendo transmitir a los canteranos que «pese a las dificultades, hay que seguir», así como que pidan ayuda a su entorno o a profesionales sin miedo cuando se sientan mal.

El acto, en el que se proyectaron un vídeo sobre su trayectoria, otro sobre su lucha y un tercero con trabajadores y futbolistas del club hablando sobre él, terminó con el primer equipo y el filial subiendo al escenario para una foto en la que el protagonista les pidió a todos hacer el signo de la ELA. El auditorio se cayó varias veces para ovacionarle.