Luis Enrique, como seleccionador, está en su perfecto derecho de llevar a la Eurocopa a quien estime oportuno, pero lo que no puede hacer es ampararse en unos baremos que luego no cumple. Porque no cuelan, son una milonga.
Dice el ex de Celta y Barça que valora el rendimiento, el momento y hasta las actitudes personales. Si fuera así, Iago Aspas sería el primero en subirse al avión de la roja. Sus dobles dígitos, únicos en el fútbol español, avalan su rendimiento; sus últimas actuaciones en la liga dejan bien a las claras el buen estado físico que atraviesa en el momento de la verdad; y si hay que recurrir al aspecto personal, la implicación y el compromiso del moañés están fuera de toda duda. Además, el juego, el fútbol y la trascendencia de Iago ya traspasan las fronteras del Celta y se ha convertido por méritos propios en una de las estrellas de la liga. En realidad, el 10 sale bien parado en todos los análisis, salvo en la nada entendible decisión de Luis Enrique.
La única explicación a la cerrazón del seleccionador son los ataques de entrenador, confeccionando una lista con las cartas marcadas y con notables carencias, y su forma de ser. A Lucho le encanta sacarse conejos de la chistera y esta vez apostó por el suplente del suplente del PSG para dejar a Iago en la ría de Vigo. También le encanta ir contracorriente. Si la mayoría pide a un jugador, el asturiano decide lo contrario.
Por eso debería ir de frente, como en realidad le gusta, y no perderse en frases de manual que tan poco van con su estilo. Si no quiere llevar a Iago porque le parece mayor o juega en un equipo del extrarradio, lo hace y punto, pero no amparándose en un tramposo argumento.
Lo mejor para él será que no extrañe los goles y el fútbol genial del moañés cuando el balón empiece a rodar en La Cartuja. De lo contrario, alguien le recordará que se pasó sus criterios por el forro. A lo Groucho.
