El sentido de pertenencia como clave de la cantera celeste

La Voz VIGO

GRADA DE RÍO

M.MORALEJO

Eduardo Covelo, el director de la base del Celta, analiza el método y las fortalezas del funcionamiento de los equipos de A Madroa

07 may 2020 . Actualizado a las 09:00 h.

El director de la cantera del Celta, Eduardo Covelo, realizó ayer una exposición sobre metodología de entrenamiento a través de QV Academy. El antiguo director de metodología del club -ejerció ese cargo hasta la temporada pasada- desgranó algunas claves del funcionamiento de la cantera del club, explicando cómo se sobreponen a las dificultades y carencias a las que deben hacer frente.

Incidió Covelo en el sentido de pertenencia y la identidad colectiva, algo en lo que se «cree mucho» en el equipo vigués. Destacó datos como que de sus 200 jugadores, el 95 % son gallegos y el 80 % proceden de la provincia de Pontevedra. «No podemos tener scouts en toda España y, aunque los tuviéramos, sería difícil con nuestros recursos captar a un chico de Andalucía. Por mucho que detectes un talento, es difícil llevarle a Vigo, ni desde el punto de vista económico y porque nuestra residencia tampoco es un hotel de cinco estrellas», analizó. Por eso se centran en Galicia, indicó.

«Cuando vienen cantos de sirena, es más difícil que se marchen»

Han tratado de convertir ese aspecto en una fortaleza en el sentido de que los chicos se identifican con el sentido de pertenencia. «Cuando vienen cantos de sirena, ven que están en casa, que trabajamos bien, que llegan futbolistas de la cantera al primer equipo y es más difícil que se vayan», valora. No quiere decir que no ocurra en ocasiones. «No digo que siempre lo consigamos, pero el sentido de pertenencia hace que sea complicado que un futbolista de nuestra cantera se vaya a 1.000 kilómetros para desarrollarse cuando lo puede hacer en casa».

También se busca un sentimiento de pertenencia entre los técnicos y una manera de conseguirlo, dice Covelo, es convertirles en scouts. «Entendemos que quién mejor que ellos para determinar si un jugador tiene nivel para estar en nuestro equipo», señala. Lo que se traduce en una mayor implicación de los técnicos. «En muchos clubes existe una guerra interna entre los entrenadores y los scouts porque si un jugador no sale bien se echa la culpa al otro departamento. También nos ahorramos ese problema», ahondó.

«El futbolista crece en la dificultad»

Respecto a la competición, admitió que al desarrollarse en la misma provincia las ligas hasta infantiles y en Pontevedra y Ourense hasta cadetes, «no existe una gran exigencia o demanda competitiva cuando has captado el talento de los equipos a los que te enfrentas». Eso genera «goleadas que no son buenas para unos ni para otros» y que se convierten en un hándicap, considera. Dado que su planteamiento es que ·»El futbolista crece en la dificultad», tratan de compensarlo con su participación en cada vez más torneos nacionales e internacionales. También organizando partidos con academias de Portugal que tienen un problema similar.

En cuanto a la metodología, expuso que cuentan con un modelo de juego -que no implica un sistema común- que permite tener una idea común de lo que interesa como club. Lo ejemplificó con un central de talento pero que no sea capaz de lanzar un pase a cinco metros. «Si eres un equipo dominador, donde la fase de iniciación es importante y el balón pasa muchas veces por los centrales, igual no es el adecuado», aunque si está, por ejemplo, en edad infantil, se puede entender que hay tiempo para moldearlo.

Covelo considera que la existencia de un modelo de juego ayuda a «priorizar en cada etapa» y ayuda al entrenador en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Distinguen cuatro momentos de juego: ataque organizado, pérdida y transición ataque-defensa, defensa organizada y recuperación con transición defensa-ataque. «Hay objetivos generales por líneas y puestos en cada uno de esos momentos y después hay un montón de principios y subprincipios».

«Muchas veces no hay entrenadores buenos o malos, sino contextos adecuados»

En la cantera del Celta se le concede una «importancia máxima» al entrenador. «Es el nexo entre lo que propone el club y el futbolista, quien se lo lleva al jugador», detalló. Por eso buscan un perfil joven que crezca con ellos al igual que los propios futbolistas. «Creemos mucho en la formación interna y mantener a la gente muchos años». Entienden que para edades tempranas se requieren técnicos con un perfil de «formador, docente, profesor» y que para categorías mayores se persigue «otra manera de liderar». «Muchas veces no hay buenos o malos entrenadores, sino que no están en el contexto adecuado para desarrollar todas sus competencias», indicó. Además, incidió en que el entrenador cuenta con el apoyo del departamento de psicología.

Se refirió, asimismo, al control del método de entrenamiento, que «no son fórmulas mágicas» pero sí cuestiones que con los años han comprobado que funcionan para su realidad. Considera fundamental «asegurar la calidad del entrenamiento del día a día», algo que se complica con cuatro campos, detalla. Es habitual que en el segundo turno de tarde coincidan entrenando cinco equipos en dos campos. Las sesiones se dividen en dos grandes bloques: trabajo individual del futbolista y una segunda parte de entrenamiento integrado. A veces acuden jugadores del primer equipo porque «aunque digan las mismas cosas, lo que diga Aspas o Brais llega más que los entrenadores».

«Crees que eres claro en una pizarra y el jugador no siempre te entiende del todo»

Otro punto que trató fue la evaluación del rendimiento. Se hace mediante informes postpartido y programas estadísticos con registros de los canteranos, partiendo de la base de que cuantos más datos haya, «más conocimiento y más objetivo serás a la hora de tomar decisiones». Suelen grabarse el 70 u 80 % de los partidos, dejando solo aquellos en los que no hay grada adecuada para tener la visión que se quiere o las condiciones climatológicas lo desaconsejan. Son partidarios de que el entrenador vea luego el partido en su casa «y lo viva de una manera más objetiva que desde la banda». También para los propios jugadores es más fácil corregirse viéndose. «Cuando les explicas en una pizarra, crees que eres claro pero a veces no te entienden del todo», dijo.

Asimismo, recordó que dado que muy pocos de sus jugadores van a llegar al fútbol profesional, asumen la responsabilidad de contribuir a su desarrollo como personas y no solo como futbolistas. «Damos mucha importancia a la educación integral. Tenemos que ser responsables, ir de la mano con las familias en la cantidad de horas y viajes que pasan con nosotros», recalcó. La cercanía con los chicos y con los padres es «un elemento diferencial» en el Celta.

Cantera en tiempos de crisis

Covelo cree que la crisis económica que conlleva la actual pandemia llevará a muchos equipos a mirar más a la cantera como ya hizo el Celta en su día. «Como en el bolsillo no habrá mucho donde rascar, se mirará adentro antes que afuera. Nos ha pasado a todos», recordó. En el caso del club vigués «se tiró de cantera cuando llegó el nuevo presidente, con una deuda enorme. La cantera respondió y se mantuvo el gusto por ella», recordó. Cree que han «hecho los deberes» en ese sentido y que se ha «apostado mucho», aunque considera que hay otros clubes en España que se caracterizan por una filosofía similar.

La organización de la cantera celeste

A la hora de desgranar la estructura de A Madroa, Covelo dibujó un triángulo con el director de cantera, cuatro personas de metodología (un responsable y tres adjuntos) más dos coordinadores y otros dos adjuntos. Se encargan del manejo y gestión de los diez equipos de cantera, considerando como tal el filial aunque «es un equipo de estructura profesional», donde todos sus integrantes lo son. Dependiendo del técnico, a veces está más acorde con la metodología general de la base y otras menos, ahondó.

Los equipos de la base son «independientes de las doctrinas del primer equipo», donde recordó que hay cambios de entrenadores y lo importante es ganar partidos, a diferencia de la visión con la cantera, donde prima «la estabilidad». Valoró en ese sentido que en su caso, después de seis años como responsable de metodología, se apostó por la continuidad «haciendo director de cantera a alguien que lleva años en la casa».