El excéltico reflexionó sobre su carrera en un directo de Instagram
01 abr 2020 . Actualizado a las 05:10 h.Toni Dovale mantuvo ayer un largo directo en Instagram con la cuenta @mmmpersonaltrainer donde dio muchos detalles sobre su trayectoria futbolística. El Celta, club donde más tiempo pasó, fue una constante, recordando diferentes momentos y experiencias vividos en Vigo, tanto en la cantera como en el primer equipo, y a algunas de las personas con las que se cruzó.
«Soy hincha del Celta, es mi casa, tengo amigos en ese club y tengo mi vida ahí», afirmó el canterano. Entre esos amigos que hizo en Vigo están Sergio Álvarez, Borja Oubiña, Javi Varas y Mario Bermejo, a los que mencionó en el momento de referirse a los cuatro referentes en cuyos espejos ha querido mirarse a lo largo de su carrera. Aseguró que recuerda su paso por el Celta en su conjunto «con mucho cariño» y que el ascenso del 2012 es el momento que más grabado se le ha quedado.
Con la participación en la Copa de Campeones juvenil como uno de sus grandes recuerdos de formación, reveló que con el tiempo ha agradecido más si cabe lo exigente que era su entrenador de aquella época, Álex Martínez. «Me lo hizo pasar mal en el buen sentido. Le estoy agradecido porque nos apretaba y, visto con perspectiva, creo que me vino muy bien», indica. Asegura que incluso entonces lo valoraba, pero «hasta tiempo después» no fue consciente de cuánto le había servido.
En general, de todos los entrenadores que tuvo en la base celeste guarda un buen recuerdo y, aparte de Álex Martínez, mencionó a Guillermo Romo y Manu Sotelo. «Son personas muy preparadas, al nivel de muchos entrenadores que he tenido a nivel profesional. No los pondría ni por encima ni por debajo», apuntó. Aunque sí reveló también que ha tenido técnicos en el fútbol profesional «muy malos, con menos nivel, actitudes y aptitudes que entrenadores de la base».
Destacó también el nivel de los preparadores físicos que tuvo en Vigo, mencionando a Gerardo Izaguirre, Fran Albert y Rafel Pol, más Pedro Docampo como recuperador y encargado de prevención. «Me enseñaron mucho. En Vigo aprendí a darle importancia al trabajo de prevención y no he tenido nunca lesiones musculares. En Asia, al jugar cada tres días, vi lo necesario que era ese trabajo», comenta. Y explicó que fue el único futbolista que estuvo disponible y disputó todos los partidos el último año.
La autodisciplina, desgranó, ha sido clave en su carrera. «En El Celta jugábamos un sábado y nos íbamos a cenar. Bebía tres coca-colas y me dormía a las cinco de la mañana acostándome a la una. Después de competir, con la activación, siempre es complicado y más con tres coca-colas Te das cuenta de que el cuerpo no recupera y ya no hay coca-colas», comentó.
La exigencia de Asia
Más allá del Celta, Toni explicó que cuando fichas por un equipo de Asia «exigen que marques la diferencias, que les saques las castañas del fuego. Da igual que te duela algo o que tengas un día malo, eres el extranjero y te ficharon para eso». Admite que eso genera un estrés porque «la sensación es de estar siempre en el ojo del huracán», si bien ayuda no entender el idioma, con lo que no comprende lo que puedan decir y tampoco le llega a su familia. «No tengo interés en entenderm, es la mejor forma de mantener un equilibrio».
Sobre su futuro, no tiene claro querer ser entrenador. «No lo sé. El fútbol me encanta, es mi pasión y mi vida. Me encanta entrenar y jugar, pero es complicado, hay que tomar muchas decisiones incómodas e injustas y gestionar un grupo de personas muy complicado», reflexionó. Para él, la clave para ser un buen entrenador es ser buena persona y no hacer sentir a nadie inferior, algo que cumplían, por ejemplo, Paco Herrera o Eusebio. «Después, me gustan los técnicos que tienen una forma de ver el fútbol similar a la mía, pero en general me gustan los entrenadores cuyos equipos saben a lo que quieren jugar, que tienen claro qué hacer y cómo».
Sobre los estudios, explicó que no bajar el nivel fue inicialmente una condición de sus padres para poder irse a Barcelona con doce años, pero que después nunca necesitó que le estuvieran encima para llevar a raya el ámbito académico. «Al principio era impuesto, pero se fue creando un hábito en mí que hizo que desde los quince años nunca me tuvieran que decir que estudiara o que hiciera una carrera. Ya era algo natural en mí».
Convencido de que los mejores futbolistas con los que ha coincidido han sido también «los más humildes y currantes», tiene claro también por qué él ha llegado a futbolista profesional y otros se han quedado por el camino. «Diría que porque yo quería más. Hay que tener calidad y ser bueno, pero gente buena hay mucha, tienes que estar dispuesto a hacer los sacrificios que sea necesario», comentó. Y lo ejemplificó con detalles que no ve nadie como «cuando te levantas a las siete en vacaciones para entrenar porque lo tienes en la mano -el sueño de ser profesional- y no quieres que se te escape».