El emocionante sentido de pertenencia

LA Voz VIGO

GRADA DE RÍO

Iago Aspas se emociona en el acto de rebautizo del campo de Moaña que ahora lleva su nombre

29 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El campo municipal Iago Aspas Juncal O Casal de Moaña ya es una realidad. Más de un año después de que la peña del futbolista del Celta comenzara una recogida de firmas para conseguir que el estadio de la localidad que vio nacer al internacional con la selección española y en la que sigue residiendo llevara su nombre, ayer los vecinos, que ayer llenaron el reducido aforo del campo, celebraron junto al futbolista este homenaje que emocionó al jugador. Lo confesó el mismo y le delataban sus palabras al dirigirse a la multitud que quiso acompañarle en un día especial. Quizás el 10 del Celta se puso más nervioso que cuando lideró meses atrás la remontada que dejó a su equipo de siempre en la máxima categoría del fútbol español.

Rodeado de su familia, amigos íntimos como el excéltico Roberto Lago y de multitud de seguidores y a la vez vecinos, Aspas, al que Carlos Mouriño, el presidente del Celta, definió como torbellino dentro del campo «e unha extraordinaria persoa fóra del», descubrió la placa del campo con su nombre antes de dirigirse a todos los presentes.

Con sentimientos y sin tópicos, Iago no se olvidó de nadie: las autoridades, los peñistas, el CD Moaña... pero sobre todo tuvo palabras emocionadas para los suyos. «Quero agradecer á miña familia, aos meus pais e aos meus irmáns. Pasamos momentos difíciles. A nós, unha familia humilde, sempre nos gustou o fútbol e meus pais fixeron un esforzo moi grande para que cumprise o soño de ser futbolista», recordó.

Su esposa, Jennifer Rueda -con la que se casó este mismo verano - también fue protagonista del discurso de Iago. Subrayó, además, que ella fue clave para regresar al Celta. «Momentos bos hai moitos, pero malos tamén, como en Sevilla ou Liverpool, e o fácil é botarse a un lado. Apoioume e deume sempre ese punto que lle fai falta ao futbolista ter ao lado», relató. Su pareja, además, le empujó, dijo a «voltar ao Celta e ser felices».

El recuerdo de su abuelo

No se olvidó tampoco de su abuelo, fallecido hace unas semanas. «Gustaríame lembrar ao meu avó, que se foi hai moi pouco e gustaríalle estar aquí con vós», indicó. A continuación confesó que se sentía «emocionado» por lo que estaba viviendo. «É un orgullo para min estar todos os días con vós neste marabilloso pobo e que sexa por moitos anos máis», finalizó el moañés.

Porque Moaña es su reducto en el mundo, y del que en realidad nunca se fue. Ni cuando pasó un año entre la niebla de Liverpool u otro bajo el sol de Sevilla. La cabeza de Iago nunca se movió de la parroquia de Meira y cuando volvió su cuerpo lo hizo para firmar sus mejores años como futbolista y alcanzar la internacionalidad con la selección española absoluta. Aspas es el mejor embajador de Moaña, pero sin su localidad natal no se puede entenderse al niño que en ese mismo pueblo comenzó un día a dar patadas al balón y que casi tres décadas más tarde da nombre a su campo para los anales de la historia.

Jugó los últimos minutos

Un recinto Iago Aspas Juncal O Casal que ayer vivió su primer partido, y amistoso que el vecino más ilustre vivió primero en la grada para después bajar al campo a completar la faena. El 10 del Celta se vistió de corto y jugó los últimos minutos de una contienda entre Moaña (Preferente sur) y Celta B que terminó con 0-3 para el equipo filial.

Que un recinto tan especial para él como campo lleve su nombre es una muesca más en la hoja de servicio del máximo artillero español en las tres últimas temporadas y el mejor futbolista de la historia del Celta con toda probabilidad. Por algo Alexander Mostovoi, su ídolo cuando vestía de celeste, no tiene un campo con su nombre y Aspas sí. Un reconocimiento al alcance de muy pocos.