El Celta falló estrepitosamente en la salida de balón y jugó con una marcha menos que su rival
19 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Pocas ideas, escasa profundidad y un sinfín de errores, unos forzados y muchos propios, alumbraron el fútbol del Celta en Cornellá. La propuesta futbolística de Unzué, que abandera bajo cualquier circunstancia salir con el balón jugado desde atrás, se vio inoperante ante un Espanyol que desde el minuto cero puso muchas más ganas e intensidad que los célticos, que por momentos ofrecieron una imagen indolente. Los vigueses se aturullaron en el balance defensivo y a la hora de construir y solo con la entrada del Tucu tuvieron un arreón que duró hasta que el entrenador cambió el dibujo en busca de una remontada que no llegó.
el planteamiento
Unzué repite once
Por primera vez en la temporada el entrenador del Celta repitió un once. En el centro de la defensa se decantó por Cabral y Fontás, Lobotka ejerció de pivote único -hasta que Pablo Hernández ingresó al terreno de juego en la segunda mitad-, Wass y Jozabed le refrendaron unos metros más adelante y Sisto, Aspas y Maxi Gómez completaron un once cuyo inicio de partido difícilmente podía haber sido peor. El Tucu, Emre Mor para la izquierda y Andrew Hjulsager en la derecha cuando el equipo jugó con tres centrales fueron los cambios.
el planteamiento
Dos ritmos sobre Cornellá
En Cornellá se jugó a dos velocidades. La de los locales, necesitados y a toda marcha, y la de los vigueses, al ralentí. El Celta cayó en las garras de la intensidad perica desde el pitido inicial. Quique Sánchez Flores alteró el dibujo en ataque para dar más peso al centro del campo y eso desnudó a la parcela creativa celeste, que se mantuvo fiel al 4-3-3 en el arranque, pero que tuvo infinidad de problemas a la hora de sacar el balón. El equipo acabó jugando con tres centrales, pero el cambio no ayudó y llegó tarde. Todo el pescado estaba vendido.
el problema
La salida de balón
El Celta cayó en las redes del Espanyol y de su propia propuesta futbolística. Montó la defensa a treinta metros y eso hizo que los barceloneses cada vez que robaban el balón -y lo hicieron mucho- tuviesen metros y metros para correr y asestar puñaladas en las botas de Gerard Moreno o de Baptistao. A mayores, Lobotka, que ayer jugaba más incrustado entre los centrales, no era capaz de aportar al equipo el equilibrio que necesitaba. El rendimiento de los celestes a la hora de sacar el balón fue dramático. El eslovaco no sabía leer el partido y Fontás y Cabral cometieron errores demasiados gruesos. Solo el tramo en el que Tucu Hernández jugó como pivote el Celta fue capaz de sacar limpiamente el balón, de generar un fútbol conectado y no descontrolado, como hasta entonces.
el ataque
Sin ideas, con opciones
Incluso en un día tan malo como el que ayer tuvo el Celta, la calidad de sus futbolistas puede darle para arañar puntos. Aspas tuvo dos opciones clarísimas en el primer tiempo que no cuajaron y que fueron un oasis en el desierto. La mala salida de balón hipotecó totalmente el juego ofensivo celeste, que no tuvo ni claridad de ideas ni profundidad. Faltó intensidad y velocidad, las bandas apenas intervinieron hasta la segunda mitad, y en general la imagen coral era de un equipo estático y sin chispa. Maxi Gómez dejó ver que sabe jugar con el cuerpo y que tiene ganas, Iago Aspas acabó buscándose las habichuelas por su cuenta, y Mor dejó un par de destellos veloces. Sisto, indolente, tuvo el gol.