Ambición de principio a fin del Celta ante el Espanyol

Lorena García Calvo
Lorena García Calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

Oscar Vazquez

A pesar de jugar en inferioridad, el conjunto celeste no renunció al ataque y fue el único que propuso fútbol

02 mar 2017 . Actualizado a las 15:28 h.

A veces proponer, pelear, resistirse a los elementos y vaciarse no es suficiente para llevarse el premio gordo. Lo comprobó el Celta en una noche en la que el fútbol no respondió con puntos al que hizo méritos, sino que igualó en premio a un equipo que lo puso todo y a otro que exprimió las oportunidades que se le brindaron en bandeja, pero que distó años luz de los vigueses en ambición. Porque los hombres de Eduardo Berizzo llevaron el peso de la contienda, tanto a nivel de balón como de proponer y atacar, incluso cuando se quedaron con uno menos, mientras el Espanyol hizo gala de su capacidad defensiva, de una efectividad a prueba de bombas y de cierto pasotismo que Jaime Latre compensó. 

El colegiado

Doble rasero. El colegiado del partido fue el protagonista indeseado de la visita del Espanyol. A la hora de la toma de decisiones el partido estuvo marcado por el doble rasero de Latre, que decantaba una y otra vez la balanza a favor de los visitantes. Así se explica que los primeros 45 minutos acabasen con el Celta viendo tres amarillas, una roja [dos contando la de Marcucci] y once faltas en contra en un duelo de guante blanco. La segunda cartulina a Fontás, una mano fortuita, hipotecó el resto del partido, mientras que una acción similar de Hernán Pérez se saldó con falta y la mano en el área de Dani López que debería ser sancionada con penalti pasó inadvertida. 

La decisión

La posición de Aspas. Uno de los misterios que debía resolver el partido del Espanyol era la posición táctica que el Toto encargaría a Iago Aspas, y finalmente fue la área de influencia del extremo derecho la que le confió. El técnico perseveró en su idea de dar oportunidades a Marcelo Díaz y le situó en el centro del campo, unos metros por delante de Radoja y cerca de un Wass que se movió por todo el frente del ataque. La movilidad del danés desde el medio campo hasta la portería de Diego López fue similar a la de un Aspas que recorrió toda la banda. Porque atacó arriba, generó fútbol, pero también bajó a defender hasta la línea de fondo propia y retrasó metros para ayudar a sacar el balón. Imposible más entrega. 

El mérito

La ambición no se negocia. El Celta acabó machacado físicamente después de desgastarse lo indecible. Porque a pesar de jugar con uno menos, fue el único equipo que propuso, que quiso atacar y que buscó la victoria ante un Espanyol indolente. El esfuerzo de los celestes fue mayúsculo en defensa y sobre todo en ataque, con los futbolistas más avanzados presionando, buscando balones y los laterales pegándose carreras de treinta metros cuando llevaban kilómetros encima. Wass acabó descolgándose cuando podía, Aspas buscando un remate triunfador, Jonny empeñado en centrar y el equipo jugando en bloque. Porque la solidaridad céltica permaneció inmutable en una contienda en la que mereció más.