La tormenta perfecta

Lorena García Calvo
Lorena García Calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

ALBA PEREZ

El Celta hizo un homenaje al fútbol para doblegar al campeón con un derroche de juego e intensidad

24 sep 2015 . Actualizado a las 13:14 h.

La euforia se apoderó de Balaídos. Y no es para menos, porque victorias como la de ayer son las que se escriben con en letras mayúsculas y se guardan en la memoria de forma permanente. Porque el Celta decidió hacerle un homenaje al fútbol, y lo hizo ganándole al campeón con un partido mayúsculo en defensa, en ataque, en planteamiento y en ejecución. Fue la perfecta tormenta de juego e intensidad. La primera ola de un maremoto difícil de calibrar.

El planteamiento

Berizzo gana la partida. El germen del perfecto partido del Celta se encuentra en la mente de Berizzo. Fue él el que comenzó a ganar el encuentro cuando decidió matizar su once, poner más músculo en el centro del campo, pegar a Jonny a Messi y plantear un choque en el que los celestes no renunciaron ni un ápice a su ideología futbolística. Añadir a la entrega y trabajo de Augusto a Radoja, situar a Wass como enganche y apostar por la velocidad de Sergi Gómez en el centro de la defensa hicieron que el Celta ganase el primer pulso.

El juego

La pócima del éxito. El Toto ha encontrado la pócima del éxito y el Celta se ha emborrachado de ella. En tan solo mes y pico de competición ha sido capaz de alcanzar un nivel de asimilación y coordinación extrema que ayer enterró a un Barcelona que fue incapaz de respirar bajo el látigo celeste. Presión lejos del área -que reportó infinidad de balones peligrosos-, ayudas, intensidad, profundidad, manejo del balón, una colocación exquisita durante casi todo el choque y el control de los tiempos fueron las armas con las que el Celta sacó los colores al campeón de Liga. La tropa del Toto imprimió tal nivel de intensidad y de concentración a su fútbol que el Barcelona fue un alma vagando por Balaídos al son de los celestes. Solo un par de arreones en el segundo tiempo amenazaron la superioridad local, pero en esos momentos fue cuando Sergio decidió que era el momento de que Balaídos corease su nombre.

El control

Cuestión de equilibrio. El Celta fue un dechado de equilibrio. Tanto en su juego como en la forma en la que encaró el partido. Sobre el campo presumió de colocación y de minimizar los desequilibrio, pero buena parte del éxito céltico también radicó en la capacidad del equipo para encontrar el punto justo de excitación. Jugó intenso, valiente, aguerrido y concentrado al máximo. No cayó en la precipitación tras sus goles y fue capaz de imprimir pausa al juego cuando el guion lo requiría. El oficio que faltó ante el Las Palmas, curiosamente ha florecido ante los equipos de postín.

Solidaridad

Una noche coral. Solo el valor del tridente ofensivo del Barcelona multiplica con creces la cotización del Celta. Sin embargo, los vigueses son capaces de hacer de la necesidad virtud y amparados en un juego coral exprimieron sus individualidades. El Celta comenzaba a defender con Aspas y atacaba desde Jonny. Y en medio, la peligrosidad de Nolito, los espacios que encontraba el de Moaña, los pases de Wass o el encomiable trabajo de Augusto Fernández, auténtica alma del equipo.

El ataque

Para casi todos. Nolito, Aspas y Guidetti. Tres de los cuatro atacantes del Celta celebraron gol ante el Barcelona en una noche para el recuerdo por la pegada brutal del equipo. Jugadas combinativas, contragolpes letales y clase a la hora de definir fueron el arsenal de los celestes, que ayer hicieron vibrar a Balaídos en una noche perfecta.