El precio del inmovilismo

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

SUSANA VERA

El Celta sigue sin levantar cabeza y llega al parón falto de identidad

07 oct 2013 . Actualizado a las 17:35 h.

Luis Enrique morirá con sus ideas. Tiene fe ciega en su ideario, en su concepción del fútbol, en sus esquemas y en sus hombres. No mueve sus propuestas, como mucho las matiza y altera las fichas. Y eso, que de entrada es loable y demuestra firmeza de carácter, puede resultar una apuesta temeraria si vienen mal dadas. Porque cuando la receta está bendecida con el éxito, insiste en ella. Cuando no, quizás sea el momento de revisarla. Y parece que Luis Enrique no está por la labor.

El ideario

Un Celta reconocible

En el Calderón el entrenador céltico fue fiel a sí mismo. Cuando el sentido común inclinaba la balanza hacia sacar una defensa de cinco que frenase al equipo más en forma del continente, el técnico asturiano insistió en su línea de cuatro, y con sus jugadores fetiche. Desde que David Costas recibió la alternativa en el Villamarín, se ha convertido en la piedra clave de un centro de la zaga en el que ora le acompaña Fontás, ora le secunda Aurtenetxe. Lucho apostó por el canterano aún a riesgo de que se le indigeste el reto. Porque una cosa es apostar por un jugador tan prometedor como el central, y otra echarle a los leones en duelos como el de ayer, que se le quedó grande. Frenar a Diego Costa exige oficio, ayudas y kilos, y ayer David no tuvo ni lo uno ni lo otro.

Ahogados

Un centro del campo asfixiado

Las comparaciones son odiosas, pero echando la vista atrás, todavía llegan los ecos de aquel Celta de Paco Herrera que era capaz de salir con el balón jugado y que alcanzaba la línea de tres cuartos con relativa facilidad, aún cuando el rival apostaba por presionar muy arriba. Esa capacidad para conducir el balón a campo contrario, que también enseñó este Celta en los primeros partidos, se ha esfumado a golpe de esquema y de previsibilidad. Los rivales, conocedores de los gustos tácticos de Luis Enrique, preparan sus partidos para cortar cualquier tentativa de avance celeste. Los vigueses se achican antes de rebasar la línea divisoria, cayendo en su propia tela de araña. Sin embargo, Luis Enrique parece dispuesto a dar continuidad a su apuesta. ¿Los frutos? Un Rafinha que solo aparece cuando gana metros, un Álex López desaparecido, un Krohn-Dehli a oleadas y un Borja Oubiña desangelado. Solo la entrada de Levy Madinda, que puso músculo en el centro del campo, cambió la cara a una línea que en el Calderón se hartó de perder balones en la primera parte.

El esquema

Pinceladas e intercambios

El pivote defensivo que se incrusta entre los centrales ha pasado de ser la sorpresa en el arranque de la Liga a un recurso que los rivales trabajan durante la semana para amargar la fiesta al Celta. Sin embargo, Luis Enrique se mantiene firme a su apuesta por los laterales carrileros y el mediocentro defensivo. Si detecta por ejemplo debilidad en una banda, pues la refuerza moviendo de flanco al interior, como ayer hizo con Augusto. Al entrenador celeste no le dolió prenda trasladar al argentino a un costado en el que no se siente cómodo para que se dejase la piel cortando a Juanfran para alivio de Toni. Y es que en los últimos partidos Augusto ha tenido más presencia en la zaga que en el área contraria.

Los roles

La verticalidad perdida

Fichar a Nolito, Charles y Rafinha, recuperar a David Rodríguez y subir a Santi Mina suena a carácter ofensivo. Sin embargo, a golpe de minutos el Celta se ha dejado por el camino la verticalidad hasta desembocar en un fútbol romo y horizontal que es un regalo para el rival. Las cartas celestes son buenas. Solo hay que barajarlas bien.