La exgimnasta que ablandó a Putin

Nacho Blanco REDACCIÓN / LA VOZ

GENTE

Laureada atleta asiática. Alina Kabaeva tiene dos preseas olímpicas de gimnasia obtenidas en los juegos de Atenas y Sídney. Conoce a Putin desde hace años y dicen que los dos hijos de la deportista son de él.
Laureada atleta asiática. Alina Kabaeva tiene dos preseas olímpicas de gimnasia obtenidas en los juegos de Atenas y Sídney. Conoce a Putin desde hace años y dicen que los dos hijos de la deportista son de él.

Los rusos creen que el líder vive con la exgimnasta Alina Kabaeva, de 31 años, a quien nombró directiva de un grupo de comunicación

21 sep 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Vladimir Putin, el todopoderoso mandatario de Rusia, tiene novia. Es vox populi. Eso dicen. Aunque el último periodista en el país más grande del mundo que se atrevió a publicar tal afirmación vio cómo su periódico, el Moskovsky Korrespondent, cerraba a la semana de comunicar el bombazo alegando «problemas financieros». Vamos, que el Krémlim debió de cortar el grifo y quién sabe si algo más.

Lo que decía el atrevido rotativo ruso es que el todoterreno Putin, divorciado en el 2013 de Liudmila, la típica señora sacada de un juego de matriuskas de madera, puso sus ojos en una exgimnasta nacida en Asia central. Ella es Alina Kabaeva, de 31 años, nacida en Tashkent, actual capital de Uzbekistán, territorio que en esa época pertenecía a la URSS. Los rasgos asiáticos dominan sus facciones, con unos ojos rasgados típicos de los pueblos de la zona. El padre de Kabaeva ya destacaba en los deportes. Fue futbolista profesional y aún hoy está vinculado a esta disciplina, pues entrena a la selección de Uzbekistán. La niña prodigio de la gimnasia rítmica rusa —debutó en competiciones internacionales con solo 15 años— ganó un oro y un bronce en los juegos olímpicos. Pulverizó registros con catorce campeonatos del mundo y otros tantos de Europa. Pero la vida del deportista es una ráfaga.

Kabaeva cambió la cinta, la pelota y el aro por la política. Se embarcó en el partido de Putin, Rusia Unida, y obtuvo acta de diputada durante siete años. Dicen que el aguerrido Vladimir le echó el ojo ya antes del divorcio. De hecho, aseguran que la pareja se escondía en alguna de las mansiones de Putin en la ciudad de Sochi, junto al idílico mar Negro, antes de que sonaran los tambores de guerra sobre Crimea.

Kabaeva tiene dos hijos. Nunca ha desvelado quién es el padre. El último de ellos nació en el 2009. Muchos dicen con la boca pequeña que Putin es el padre de los menores. Al poco, Alina entró a formar parte de una corporación de medios de comunicación afín a los gobiernos de Putin.

Hasta portada de «Vogue»

El exespía de la KGB no pierde oportunidad para lucir torso y habilidades con las que deleitar a sus seguidoras. Putin tiene dos hijas oficiales, fruto de su relación con Liudmila, que se distanció de su marido sin decir ni pío. Ahora le apuntan otros dos. Los 38 años de diferencia entre la gimnasta y el líder político no parecen constituir un obstáculo. Ellos todavía lo niegan, incluso lo han desmentido en varias ocasiones. Que Putin pierde la cabeza por ella es evidente. Fue la encargada, por decisión de él, de portar la antorcha de los jueos olímpicos de invierno de Sochi. Ahora, la ha premiado con la dirección del grupo mediático más importante del país, un conglomerado de empresas de comunicación que se encarga de adular a Putin mañana, tarde y noche. La exgimnasta, exdiputada y ahora directiva, tiene tanto tirón en Rusia que incluso fue portada de la edición rusa de la revista Vogue, enfundada en un vestido que superaba los 20.000 euros.

Putin tiene una debilidad y se llama Alina. El carácter imperturbable, frío e inflexible de Putin parece haberse derrumbado. A Liudmila, que era azafata y licenciada en Filología Hispánica, le pesaban los años y sus movimientos ya eran torpes. El plan renove de Putin ha llegado. Frente a él, Ucrania sin Crimea. Y Kabaeva contándolo todo como le gusta al Kremlin.