Fernando González Laxe: «Los nuevos universitarios no tocan un libro, me preocupa muchísimo»

Rubén Santamarta Vicente
rubén santamarta REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Fernando González Laxe, en la Facultad de Económicas de A Coruña.
Fernando González Laxe, en la Facultad de Económicas de A Coruña. CESAR QUIAN

El expresidente de la Xunta y catedrático de la Universidade da Coruña se despide de la docencia después de 45 años con una clase abierta al público

07 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El próximo miércoles, poco después del mediodía, Fernando González Laxe (A Coruña, 1952) pondrá un punto y aparte en su carrera profesional. Ese día este catedrático de Economía Aplicada dará su última clase en la Universidade da Coruña, la institución que ayudó a crear como presidente de la Xunta (otro punto y aparte en su vida) y a la que lleva décadas vinculado. Le quedarán luego los exámenes de fin de curso y en verano, tras 45 años —con algunos paréntesis— dirá adiós a la docencia activa. Que no a la vida pública. Y no quiere irse de la facultad por la puerta de atrás: esa última sesión será abierta al público.

—¿Y cómo será esa clase?

—Habrá una parte teórica inicial, y un final en el que invitaré a los alumnos a que se atrevan a pensar, a que reflexionen en voz alta, para que sepan que en momentos de incertidumbre como los actuales es cuando se dan las grandes oportunidades.

—¿Por qué decide publicitar que deja la universidad y no se va sin más al acabar este curso?

—Por dos motivos. Primero, por vocación universitaria tengo que comunicarlo a mis colegas, a mi centro de la Facultad de Económicas, y a mi rector. Y el segundo, por mi servidumbre política. Yo que estuve en la Xunta de Galicia creo que tengo la obligación moral de que mi última clase sea propositiva, es decir, que tenga algo que decir, que ofrecer, para cerrar. Y he invitado a mis maestros, profesores que me dieron clase, a antiguos alumnos...

—¿Quien fue su gran maestro?

—Yo tengo una influencia académica muy importante de la persona que confío en mí desde el principio: Xosé Manuel Beiras.

—Ya que cita a Beiras, ¿qué tiene la formación en económicas para que haya salido una cantera tan prolífica de políticos en Galicia?

—Sí, Emilio Pérez Touriño, Pedro Puy en el PP… Es una disciplina social que trata de ver qué se produce, cómo se produce, para quién se produce, cómo ser eficientes... Quizá ha desbancado un poco a lo que era antes Derecho para la política, cuando esta se preocupaba por el desarrollo de la Constitución, de normas o de leyes. Hoy en la política, como es tan global, tienes que tener más componentes de análisis. El presidente del Gobierno es economista.

—Si siguiera dando clase, ¿qué novedad cree que tendría que contarle a sus alumnos el próximo curso? ¿Cuál es la siguiente transformación?

—La de la nueva economía de los mercados y de la regulación. Yo creo que hoy el mundo está muy desajustado, porque los instrumentos reguladores no están funcionando bien. Y evidentemente todo lo que tiene que ver con la transición ecológica y con la participación social. Porque los consumidores, que tenemos más información, vamos a ser más exigentes con las administraciones.

—Pensé que hablaría de la inteligencia artificial.

—Pues eso me inquieta mucho, porque está limitando nuestro análisis, vamos a tener una información no completa que dependerá únicamente de lo que dice una máquina, que ha bebido a veces de fuentes verdaderas, y otras de fuentes contaminadas.

—¿Ha cambiado el perfil del estudiante al que daba clase al principio y el que tiene ahora delante?

—Hay un espíritu crítico distinto. Antes eras crítico por el propio sistema económico, por las desigualdades que había. El alumno actual es crítico porque no ve un futuro, o no se le plantea un futuro inmediato en el cual tenga un nivel de vida igual al de sus padres. Nosotros pensábamos en el ascensor social hacia arriba, y hoy el alumno está preocupado por saber en qué nivel del ascensor va a estar situado.

—¿Qué es lo que más le preocupa de la formación de los últimos estudiantes a los que da clase?

—Que no toquen los libros. Todo está en la nube, dicen, le preguntamos a la nube. Pero si hay libros de texto o manuales es porque son muy reflexivos, porque tienen un método. Hay que volver a los libros, a tocar los libros. Y ahí hay un desenganche. Antes entrabas en una casa, veías una estantería y decías: este señor es ingeniero, médico, abogado, mecánico… Ahora entras en una casa y no hay un libro, hay una pantalla de 60 pulgadas. A todos los alumnos que querían que les dirigiera una tesis o algún trabajo siempre les he preguntado lo mismo antes de aceptar.

—¿Y qué era? Ahora ya lo puede contar, que se jubila.

—Les preguntaba ¿qué novela estás leyendo? ¿De quién? Porque el alumno tiene que saber primero captar la esencia de un texto, y segundo valorar una redacción.

—¿Ha rechazado a muchos después de oír sus respuestas?

—Sí, claro. Si usted no está leyendo una novela, usted no tiene facilidad para comprender y para redactar. Y eso va a penalizar cuando vaya a una empresa. Al final parece que la universidad es exclusivamente una formación para conseguir un puesto de trabajo, pero tiene que ser otra cosa, un lugar de masa crítica, de formación humanística, integral. Por ejemplo, yo explico que Galicia es una economía de contrastes: el vino está en el sur, las vacas en el norte, las ciudades al lado del mar o de un río; la cantidad de población que está por encima de los 800 o 600 metros de altura es muy pequeña… Y para poder explicar todo eso tienes que hablar con gente de ciencias, de geología, y abrir el conocimiento.

«¿Ha pasado el último tren de la política? Aún puede llegar una última llamada»

Para entender a Fernando González Laxe hay que advertir las diferentes ramas de un tronco común: el servicio público. Desde su despacho en la facultad, sí, pero también desde un asiento como concejal en A Coruña, diputado en el Parlamento de Galicia, senador, director general de Pesca, presidente de Puertos del Estado, o máximo responsable de la Xunta de Galicia con 35 años.

—¿Cuánto ha trasladado a las aulas todo lo que aprendió en esa otra vida pública?

—Mucho. En la universidad te puedes encerrar en los libros donde ya te vienen los problemas y las soluciones. El paso por la política te permite saber la reacción de las personas, el papel de los actores sociales y económicos, y puedes empezar a cuestionar postulados teóricos. Te da un juego muy bonito que llevar luego a las aulas. A veces tengo que explicar un proceso histórico como la entrada de España en las comunidades europeas, y yo estuve en esa negociación. Puedes aportar claves que no están en los libros. O explicar por qué se crearon las universidades en Galicia, por qué decidimos en su momento que hubiera dos autovías y no una en Galicia… Los chavales en ese momento dejan de tomar nota y escuchan.

—Todas esas decisiones las tomó siendo muy joven, apenas en los treinta. ¿Era demasiado pronto?

—Es cierto, sí. Fui director general a los 30 años, negociador comunitario a los 32, y presidente de la Xunta a los 35. Tenía mucha energía. Pero es que veníamos de una participación social muy intensa. Con 28 años ya era primer teniente de alcalde de A Coruña. Es decir, antes de la Xunta tenía experiencia municipal, nacional e internacional.

—¿De quién aprendió en esos primeros años de política?

—Fundamentalmente de mi padre, de mi familia, que era republicana y socialista. Y luego, pues del propio Beiras en el Partido Socialista Galego, y también de José Luis Rodríguez Pardo, Paco Fernández del Riego, Salvador García-Bodaño, Siro López… Y ahí estábamos los jóvenes Ceferino [Díaz], Xerardo Estévez…

—¿El último tren de la política ya ha pasado definitivamente?

—Sí. Bueno, solo queda esa última llamada, ¿no? Por ejemplo, defender los intereses de Galicia o de España en un país x. No hablo de una embajada, hablo de otros grupos de estudio.

—¿Pero volver a primera línea?

—No, ahí tiene que haber gente joven, no una persona que va a entrar en la fase de la jubilación.

«Toda esa gente nueva que venía a romper la política se equivocó»

Fernando González Laxe sigue adoptando una cierta pose institucional y se cuida mucho de no tirar de palabras gruesas cuando se habla de protagonistas de la política actual, que sigue muy de cerca.

—Entre los que están ahora en primera línea, ¿quién le ha decepcionado y quien le ha sorprendido?

—Yo creo que hoy hay una persona muy preparada que es quien afortunadamente rige la economía española: Nadia Calviño. Está demostrando que sabe mucho, que lo hace muy bien y que nos representa maravillosamente. Su formación le permite tener una visión muy completa.

—¿Los que no le gustan no me los quiere citar?

—Solo digo que toda esta gente nueva que venía a romper la política se equivocó. No puedes llegar diciendo eso de «quiero pasar a la Historia». Ya te dirán los libros dónde te colocan.