El adiós de Feijoo: los rituales y la emoción de un «discípulo de Galicia»

Xosé Vázquez Gago
Xosé Gago SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Paco Rodríguez

El presidente lució casi hasta el final su conocido respeto al protocolo institucional, que solo rompieron algunas bromas y lágrimas

29 abr 2022 . Actualizado a las 21:49 h.

En San Caetano y O Hórreo, la broma lleva días de boca en boca: «Es la despedida más larga de la historia». Desde el 3 de marzo, cuando anunció que optaría a ser presidente del PP nacional, se sabe que Feijoo dejará Galicia. Pero se ha mantenido fiel a su estilo de marcar los tiempos y respetar el protocolo institucional, y las cosas de palacio van despacio.

Guardó su decisión hasta el momento de ejecutarla. Ayer era el día. Tras visitar las oficinas de su grupo parlamentario, donde ya hubo alguna lágrima, subió a la tercera planta de O Hórreo y recorrió el pasillo hasta el despacho del presidente del Parlamento, Miguel Santalices, mientras lo ametrallaban las cámaras. Dijo estar emocionado, pero tranquilo y hasta feliz. Llevaba en la mano la carta de renuncia, en la que rompió el formal «estimado presidente» añadiendo de su mano un «benquerido Santalices».

La mostró a las cámaras y las bromas quedaron eclipsadas. Se va el líder de las cuatro mayorías y, como reconoció ya por la tarde un miembro del staff popular con más pragmatismo que vena romántica, «el jefe del que dependió nuestro sueldo 13 años».

Feijoo bromeó con Santalices diciendo que era mejor darle la carta a alguien de Ourense porque saben «leer entre líneas».

El presidente del Parlamento informó al Rey y al Presidente del Gobierno de la renuncia de Núñez Feijoo, que hizo su siguiente parada en el pazo de Raxoi.

Hizo su discurso de despedida ante sus conselleiros y los delegados territoriales. Le embargó tanto la emoción cuando agradecía a los gallegos su confianza que parecía que se iba a quedar sin voz. Salió al rescate su responsable de protocolo, que inició un oportuno aplauso al que se sumaron los conselleiros.

Terminó sin muchas más dificultades un discurso en el que dijo 36 veces la palabra Galicia, de la que se declaró «discípulo».

Al acabar lanzó, por primera vez desde que se sabe que será su sucesor, un gesto de complicidad hacia su vicepresidente, Alfonso Rueda. Fiel de nuevo a su estilo, Feijoo evitó hasta ese momento mostrar cualquier indicio de parcialidad en el proceso interno para renovar el PPdeG. En la junta directiva que convocó el congreso de Pontevedra, en el que Rueda ascenderá a la presidencia, subrayó que no daría ninguna indicación de voto. Ayer pudo lanzar ese pequeño gesto porque ya se sabía que Rueda será el candidato único a la sucesión.

Tras abrazar a los miembros de su Gobierno y a los delegados territoriales, se fotografió con los periodistas que siguen la actividad parlamentaria. Algunos han seguido toda su carrera desde que llegó a la presidencia del PPdeG en el 2006, o incluso antes, desde que era vicepresidente a las órdenes de Manuel Fraga. Hubo algunas bromas. «A ver si me invitan», respondió mirando hacia sus conselleiros cuando le dijeron que volvería mucho por Galicia. Y buenos deseos para el futuro. Volvió la chanza sobre la extensa despedida, porque el presidente seguirá en funciones hasta que sea investido Alfonso Rueda, y la semana siguiente tendrá un lugar de honor en el congreso de Pontevedra. Pero la sensación de que una era estaba terminando pesaba en el aire.