Pero eso ya ha cambiado. Ni siquiera han transcurrido dos meses de esa hoja de ruta y el PPdeG se inclina ahora por evitar los plazos y las decisiones simétricas para situaciones diferentes. «No por hacerlo rápido lo haremos mejor», apuntan desde el partido.
Para empezar, tanto el presidente del PP de Ferrol, José Manuel Rey Varela, como el de Pontevedra, Rafa Domínguez, ni siquiera han agotado su mandato, que expira a mediados del 2022. La urgencia se impone más en Vigo y Santiago, donde el PP está dirigido por una gestora, e incluso en A Coruña, donde el líder orgánico no pasó por un congreso.
Así que el PP mantiene el reto de buscar el norte en las ciudades, pero lo hará caso a caso, sin prisas y, sobre todo, intentando acertar con los perfiles.
El rupturismo gallego pone sus expectativas en el nuevo proyecto de Yolanda Díaz
Algo más de 51.000 gallegos eligieron el año pasado la papeleta de la coalición Galicia en Común y no obtuvieron representación en el Parlamento gallego. Pasaron de liderar la oposición, con los 14 escaños de En Marea, a quedarse huérfanos. Su única representación institucional es la que mantiene de manera marginal en algunas ciudades, así que el faro que alumbra con mayor fuerza, es el que está instalado en el número 66 del madrileño paseo de la Castellana, donde se ubica el despacho de la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz.
La recomposición del espacio rupturista gallego está pendiente de la vocación expresada por Díaz de crear una nueva plataforma política que vaya más allá de los límites actuales de Unidas Podemos.
La formación morada, liderada en Galicia a través del mando a distancia que tiene Antón Gómez-Reino en el Congreso, parece haber parado el reloj en la comunidad a la espera de acontecimientos, sin hacer el más mínimo gestor de avanzar hacia un nuevo proceso interno después de del giro dado en Vistalegre III con la renuncia de Pablo Iglesias.
La ministra ferrolana, militante del Partido Comunista, ya fue en su día la artífice de la fundación de Alternativa Galega de Esquerda (AGE), En Marea y Galicia en Común, proyectos que fracasaron o se rompieron en pedazos. Y ahora vuelve a ser la única con capacidad de reflotar el espacio y canalizar esa masa crítica que se quedó sin voz y presencia en O Hórreo. La tarea no tiene plazos. Será antes de las próximas generales en las que Díaz será candidata, y con ella el rupturismo gallego se apuntará a la fiesta.