Suso Martínez: «Soy vehemente de más»

GALICIA

Suso Martínez como Fiz Cotovelo
Suso Martínez como Fiz Cotovelo MARCOS MÍGUEZ

El historiador se ha convertido en el guía más popular de Galicia encarnando personajes reales y de ficción que narran grandes y pequeños episodios en el devenir del país

13 ago 2021 . Actualizado a las 10:43 h.

Suso Martínez (Biel-Vienne, Suiza, 1976) es el tipo capaz de convertir en oro cualquier rincón de la Historia en el que se mete. Lo estudia y lo transforma en un discurso intenso y lleno de interés que le ha llevado a ser el guía más popular de Galicia.

-Así que es usted suizo.

-Sí, podría decir que mi padre trabajaba en una embajada, pero no, son fillo da fame, ja, ja. Soy hijo de emigrante y con mucho orgullo. Volví a los 9 años, pero me dio para aprender francés e italiano.

-¿En qué está ahora?

-Lo más nuevo son unas visitas al puerto de A Coruña en la que vamos recorriendo los muelles y contando historias del puerto.

-¿También va vestido de época?

-No, en esta voy de civil; vestido de Suso Martínez, ja, ja.

-Yo pensé que siempre se caracterizaba.

-No siempre. Le voy a explicar un poco lo que hago: los viernes por la mañana una visita guiada del deporte coruñés, por la tarde voy a Santiago donde hago visitas para el museo Casa de la Troya, donde me fagotiza un personaje que se llama Casimiro Barcala, uno de los estudiantes. Los sábados por la mañana hago una visita teatralizada a Estrella Galicia, donde soy un ciudadano muy elegante del siglo XIX al que llamo Genius Loqui y por la tarde la visita al puerto. El domingo por la mañana una ruta por la Torre de Hércules y por la tarde, voy a Malpica donde encarno a uno de los personajes de Urbano Lugrís, que me fascina.

-Lo del cementerio de San Amaro fue lo primero.

-No, pero es mi ojito derecho. Es un cementerio monumental, pero aquí no hay mucha cultura de hacer visitas culturales a los cementerios. Por eso hicimos algo arriesgado, pero dimos en la tecla correcta. Yo iba vestido de luto y era una visita literaria, declamada. Era Fiz Cotovelo, el guía de la Santa Compaña de El Bosque Animado. Fue la visita de España más demandada. Se agotaban todas las plazas de la temporada en dos semanas.

-Encontró la fórmula de éxito.

-Soy vehemente de más. Yo no permito medio gas, hago visitas muy intensas; consumo más del doble de espíritu en una visita teatralizada que en una normal y exijo a la gente que esté dentro de la historia. No doy tiempo ni a las preguntas.

-¿Qué historia es la que más le gusta contar?

-Me gustan todas, pero a Fiz Cotovelo le tengo mucho cariño porque me hizo popular. Para los guías, la pandemia ha sido el Armagedón, pero gracias a aquel trabajo, a mí me va muy bien. No me puedo quejar.

-También trabajó en A Mariña.

-En Ribadeo hice del Viejo Pancho; en Viveiro del alcalde que recibió a Carlos V, en Ortigueira hice de Federico Maciñeira, en Narón, del conde de Traba...

Edgardo

-Usted es historiador.

-Soy licenciado en Historia, sí y también he escrito algo, pero más que historiador, me gusta decir que soy divulgador.

-Y también ha trabajado en los colegios.

-Sí, en los institutos. Lo hago con un compañero. Hacemos de dos trovadores que van contando historias del Camino de Santiago a través del Códice Calixtino. Lo hacemos en el patio y nos ha salido muy bien. Cuando acabe el verano volveremos.

-Habrá alumnos que aprenderán más con esas visitas que en el resto del curso.

-Es muy complicado trabajar con los chavales, pero creo que lo conseguimos. A alguno el virus de la historia se le meterá dentro y ya no se lo podrá sacar.

-¿Cómo se le ocurrió empezar con esto?

-Cuando era estudiante hice una visita a Inglaterra y asistí a una vista teatralizada donde un inglés hacía del almirante Nelson y nos contaba la peripecia de la fragata Victory. Me acuerdo de todo lo que dijo. Y ese fue el que me metió el virus a mí.

-¿A quién le gustaría representar que no ha podido?

-Hay un momento de la Historia que me fascina: en el siglo XVII los ingleses machacaron a los irlandeses y la alta aristocracia irlandesa vino hasta A Coruña. Hay un personaje maravilloso que es Donald O'Sullivan, un espadachín que se estableció aquí. Quiero hacer ese personaje.

-La verdad es que usted tiene un aire a Stewart Granger en «Scaramouche».

-Sí, ja, ja. Yo soy un actor, pero sin guion. En mis visitas sabes como empieza pero ni yo sé las historias exactas que voy a contar. Cada visita es distinta a la anterior. Soy muy barroco.

-¿Diría que los gallegos conocemos razonablemente bien nuestra historia?

-Diría que los gallegos respetamos mucho el pasado. Un señor de la aldea igual no sabe quién fue Xelmírez, pero respeta unas piedras que tiene guardadas en el cobertizo que le dijeron que eran muy antiguas.

-Bueno, eso va en contra de esos sarcófagos de piedra que han sido comederos para los cerdos.

-Sí, pero igual si no hubieran sido usados como comederos, no habrían llegado hasta nosotros.

-Voy a hacerle la pregunta, aunque me imagino la respuesta: ¿Celta o Dépor?

-¡Hombre, hago visitas guiadas en Riazor! Soy muy futbolero. Soy ex futbolista del Viveiro.

-Defínase en cuatro palabras.

-Tímido, superviviente, soldado y poeta.

-¿Y que cuatro palabras usaría para definir Galicia?

-Es un país fantástico.

-Si tuviera una máquina del tiempo con un solo viaje, ¿dónde iría?

-A Santiago de Compostela en 1188. Iría a ver cómo levantaban el pórtico de la gloria. No había en aquel momento en todo el mundo una obra tan suntuosa como esa. Me encantaría verlo.

-Dígame una canción.

-¿Puedo ser muy friki?

-Claro.

-The road to La Corunna. Es una canción de una ópera de un irlandés que se llama Bill Whelan. Y forma parte de la banda sonora de la película Rob Roy.

-¿Qué es lo más importante en la vida?

-La familia.