Sin palco en el Liceo

GALICIA

26 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La fe es la virtud más necesaria para comulgar con los indultos. La fe prescinde de cualquier evidencia, indicio o prueba, y lo fía todo a la palabra de algún mesías capaz de ver en lontananza lo que otros no ven. Sin fe no es posible creer que las medidas de gracia obrarán el prodigio de convertir el independentismo a la legalidad. El incrédulo más bien sospecha que el proceso que ahora se inicia consistirá en lo contrario, en adaptar una y otra vez la legalidad al independentismo, presentando cada paso como una muestra más de magnanimidad que es preciso aceptar para resolver el conflicto. El mismo presidente, ante un auditorio similar y con un griterío de fondo parecido en las Ramblas, subirá al escenario del Liceo para glosar un nuevo Estatut, un pacto fiscal ventajoso, un referendo pactado, un federalismo asimétrico o cualquier otra forma de envolver la concesión de un privilegio.

También entonces se necesitará mucha fe porque tampoco habrá ningún dato fehaciente que permita asegurar que con ese pago adicional quedará saldada la eterna deuda que España tiene con Cataluña. Sánchez interpreta en el histórico teatro una ópera casi tan antigua como La Bohème que ahora mismo está en cartel en la Meca catalana de las artes escénicas. Tanto Azaña como Zapatero siguieron el libreto que se sigue ahora: concesiones incesantes basadas en la ingenuidad, la necesidad partidista o la osadía. Fueron como Sánchez aprendices de brujo. El presidente republicano, más literario que el socialista, dejó descrita en La velada en Benicarló su amargura con la doblez nacionalista. Apostó todo su patrimonio político en favor de una autonomía que, incluso en los momentos más dramáticos de la Guerra Civil, practicó la sedición traicionera contra la República.

Así pues, los indultos se basan en una superstición similar a la de los indios que bailan en torno a la hoguera para hacer que llueva. La verbena de las cesiones tiene una larga tradición histórica en la que demostró su inutilidad, pero no solo está muy arraigada, sino que aquellos que no participan son acusados de sabotear una solución para el pleito catalán. Es como si el indio que se niega a hacer el indio fuera señalado por estar a favor de la sequía. Por más que la danza pluvial haya demostrado su ineficacia, no implicarse en el rito está mal visto. Ocurre otro tanto con los indultos.

Volviendo al Liceo, los personajes charnegos de Juan Marsé no formaban parte del selecto público del recinto. Eran personal de servicio. Algo así se repite cuando Sánchez limita su homilía a una reducida grey de notables catalanes, dando a entender que los demás, víctimas en suma de los delitos indultados, no merecemos su explicación. Otra razón para no tener fe en la tierra prometida que él ve a lo lejos.

Otro indulto en Ourense

Los indultos por antonomasia no debieran ocultar que se está produciendo otro a escala más doméstica. El alcalde de Ourense no tuvo que preparar el petate para salir de prisión como han hecho los independentistas, pero acaba de recibir otra medida de gracia que en este caso no lleva la firma del rey, ni del ministro de Justicia, sino del PP. Ante la dificultad para justificar que se apuntale a un político tan abrupto compartiendo el poder con él, los populares tienen a mano un argumentario que de momento no está protegido por los derechos de autor. Les basta con copiar, con las debidas adaptaciones locales, las explicaciones utilizadas por el Gobierno para excarcelar a Junqueras y secuaces. Utilidad social, reencuentro, generosidad, son mantras que tanto sirven para una situación como para la otra, sin olvidar que también sería útil una mesa de diálogo con la autodeterminación urbana sobre la mesa. El día menos pensado, el indultado Jácome recibirá la llamada de su homólogo. «Hola, soy Trump. ¿Cómo lo hiciste?»

Se equivocó la paloma

Que las palomas se equivocan es algo sabido desde que Alberti lo certifica en su poema. «Se equivocó la paloma; se equivocaba». Ocurre que el poeta se refería a un ave vagabunda, y no a cientos de palomas mensajeras expertas habituadas a grandes maratones aéreos, como las que se perdieron yendo del Algarve a Oporto. Muchas aparecieron en Galicia y algunas ya han sido repatriadas, lo cual suscita la duda entre los que no somos expertos en colombofilia. Hasta que no hablan, distinguir a un portugués de un gallego es difícil. ¿Cómo se ha logrado diferenciar a las palomas peregrinas de las autóctonas si el zureo es idéntico? Tal vez haya matices que el oído experto aprecia. Quienes están estudiando el suceso lo atribuyen al temporal, descartando motivaciones poéticas al estilo del bardo andaluz que tuvo escaño en el Congreso. Pudieran ser, por ejemplo, aves que hacen a su modo el camino portugués en el Xacobeo o que vienen a Galicia a cursar su Erasmus y arrullarse con las nativas, en cuyo caso no ha lugar a la extradición.