Enfermera Saturada: «Es un placer ser una más»

GALICIA

Pinto & Chinto

Héctor Castiñeira, creador de Enfermera Saturada, reveló su identidad en el 2015. «Yo era el Clark Kent de la sanidad, salvando las distancias», dice

19 mar 2020 . Actualizado a las 20:31 h.

«Nos han metido el recorte como a los camisones de hospital», raja con gracia Héctor Castiñeira (Lugo, 1982). La Enfermera Saturada era él, que ha llevado al hospital a Shakespeare, Calderón y Steinbeck. La vida es suero fue su primer libro, un éxito al que siguieron El tiempo entre suturas o Las uvis de la ira. Satu, álter ego de Héctor, muestra el poder de las historias que nos tocan. Él, que de niño quiso ser astronauta, ha visto las estrellas de la inestabilidad laboral como enfermero (acumula 520 contratos), y recorre los pasillos del hospital a la caza de anécdotas. Ahora no en el Sergas, sino en el Sermas. «Lo mismo, pero con eme», dice.

-¿En el Sistema Madrileño de Salud se sufre igual?

-Vistos desde fuera, en Madrid los hospitales parecen una cosa de otro mundo y al final te das cuenta de que son muy similares, de que los pacientes son pacientes en Galicia y en Madrid, y tienen los mismos miedos. Pero con todos los defectos que tiene, la gallega, y la española, es una buena sanidad.

-Pero los recortes duelen más que los puntos…

-Y nos han metido el recorte como a los camisones de hospital.

-Prenda que nos deja siempre con el culo al aire.

-Parece que los han hecho a mala leche, para que la palabra paciente cobre todo su sentido. Pero hay pacientes habilidosos que piden dos y se ponen uno con la abertura delante y otro con la abertura detrás, y así salen tranquilos al pasillo.

-¿Cómo acabó un chico con barba como usted siendo una Enfermera Saturada como esta?

-De casualidad. En el 2012 creé el personaje en Twitter para contar la profesión con humor. Los hospitales que vemos en las series están muy alejados de la realidad española, así que quería contar el día a día de un hospital desde el punto de vista del que trabaja dentro. ¡Se me fue de las manos! Al principio nadie sabía que la Enfermera Saturada era yo.

-¿Cuándo salió del armario?

-En el 2015, cuando estaba a punto de salir el segundo libro. ¡Era el Clark Kent de la sanidad! Ahora ya saben quién soy...

-¿No ve series de hospital?

-Sí, para buscarles los gazapos.

-¿El turno de noche le da una inyección de inspiración?

-Sí, será estar rodeado de nolotiles, apósitos y camisones.

-Su lema: «Una sonrisa alivia más un Nolotil».

-Entrar en una habitación y romper la monotonía, conseguir que el paciente se ría… El hecho de poner el Nolotil con una sonrisa sí marca la diferencia.

-¿Qué médicos tienen más ego?

-Entre los médicos hay niveles de especialidad; tienen eso de «Tú solo eres dermatólogo y yo cirujano», ¡cuando todos salen del mir! Yo diría que los cirujanos, que al final siempre salen con un «Sí, pero yo opero».

-¿Qué ha aprendido en los pasillos de los hospitales?

-A ver la vida de otra manera. Trabajas con todas las etapas de la vida; te ayuda a ser consciente de que estamos aquí de paso.

-¿Lo mejor que le ha dicho un paciente?

-Hay una anécdota que no olvido. Un paciente falleció, le dimos la noticia a su mujer y le dijimos que lo íbamos a llevar al depósito. Se despidió de su marido y nos pidió que le pusiésemos una manta, porque era muy friolero…

-¿Un lapsus mortal?

-Recuerdo a un paciente con VIH que dijo que tenía VHS.

-¿Tiene al fin contrato fijo?

-¡Qué va! Yo soy fijo en la inestabilidad laboral. Sumo 520 contratos, y de estos, 450 de cinco días o menos. Se jubiló mi padre hace poco y me decía: «Pero si yo tengo una hoja de vida laboral».

-¿El paciente que más protesta es el que mejor está?

-Siempre. En cualquier sala de urgencias, el paciente que más grita y más protesta no es el que peor está. Ese está en una esquina, medio retorcido, y callado.

-¿Sigue desayunando galletas de hospital?

-Sí, y terminas acostumbrándote a ese sinsabor, jajaja. Hace poco las vi en el súper y pensé en comprarlas. Debo estar muy mal.

-Acaba de publicar «VadeSatu», que se codea en el top de ventas con Pedro Sánchez y Risto Mejide. ¿Cómo lo ve?

-Alucinante. Y esto es otra cosa, una guía con los fármacos que más usamos los enfermeros.

-¿Se siente solo en un mundo de mujeres o es una más?

-En la profesión de enfermería, en torno al 90 % son mujeres. En todos estos años, no me he encontrado a ningún enfermero que se ofenda porque le llamen enfermera. Soy una más. Y es un placer, aunque ves la parte de los techos de cristal y el no acceso a puestos de dirección. Pero eso ya está cambiando.

-¿Cuál es su terapia?

-Enfermera Saturada. En la Universidad te dan conocimientos, pero nadie te enseña a no llevarte lo del hospital para casa. Todos los días ves a alguien que sufre, que fallece… y no te enseñan a sobrellevar ese dolor. Del primer paciente que se te muere en prácticas no te olvidas nunca. Mi escudo es el humor.