Con 5.927 habitantes, el ayuntamiento de Valga podría tener cuerpo propio de Policía Local sin tener que realizar una solicitud expresa a la Xunta como han de hacer los municipios con una población inferior a los 5.000 vecinos. Pero en el concello en el que nació la Bella Otero han optado por tener vigilante municipal. Su labor complementa el trabajo que realizan los miembros del puesto de la Guardia Civil que presta servicio en el municipio.
Quien pone rostro a la figura de vigilante municipal en Valga desde el año 2006 es José Manuel Otero, un hombre que conoce palmo a palmo el municipio. Y, a donde no llega, manda recado. Tiene una oficina desde la que realiza trámites, pero tampoco quita ojo al Camino de Santiago. «Hai que facer un pouco de todo, en colaboración coa Garda Civil», explica.
Sus competencias, como apunta el alcalde, José María Bello Maneiro, «son moito máis limitadas que as dun policía local». De hecho, no pueden portar armas, pero colaboran en labores tan dispares como dirigir el tráfico, hacer cumplir las ordenanzas municipales o participar en actividades de auxilio ciudadano, como hacen los agentes de Protección Civil. En definitiva, debe vigilar que todo marche con tranquilidad en el concello: desde que los nidos de las velutinas no provoquen daños hasta que no se equivoque de ruta un peregrino.
La norma actual que rige para los ayuntamientos gallegos permite a los gobiernos locales tener hasta dos vigilantes municipales. En caso de querer convocar una plaza deberían constituir un cuerpo de Policía Local. Porque, como apuntan desde la Dirección Xeral de Emerxencias, este ha de estar formado por dos policías y un oficial. El problema es que la falta de efectivos que ahoga a muchos concellos no permite cumplir esa regla de tres personas.
De hecho, según los datos facilitados por los ayuntamientos a la Consellería de Presidencia, hay al menos 28 municipios que únicamente cuentan con uno o dos agentes.