El nacimiento de un concello: «O pobo da Illa fíxose a si mesmo»

Rosa Estévez
Rosa Estévez A ILLA / LA VOZ

GALICIA

MONICA IRAGO

En el corazón de Arousa celebraron la creación de su municipio con 315 bombas de palenque, tantas como ayuntamientos existían entonces en Galicia

19 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La ilusión es el verdadero motor del mundo. Juan Luis Otero está convencido de ello. La vida, relata, le ha demostrado una y otra vez que no hay nada capaz de frenar el triunfo de una ilusión compartida. La historia de su pueblo, A Illa de Arousa, está llena de ejemplos. Rodeados de agua por todas partes, por todas, los isleños descubrieron muy pronto que el progreso tenían que conquistarlo. Y así fueron naciendo, una tras otra, comisiones vecinales con misiones imposibles. «Como se conseguiu a luz? Porque houbo alguén que se decatou de que facía falta, ilusionouse con conseguila, contoullo a outro, ese a outro... E traballando todos xuntos, lográrono», relata Juan Luis Otero. Y así, un sinfín de cosas más. La llegada del teléfono, el puente... Hasta el cementerio municipal se construyó gracias al empuje de una comisión de vecinos.

En los años noventa, los isleños estaban más que curtidos en esas lides. Y decidieron emplear toda esa experiencia para embarcarse en una aventura que iba a ser determinante para el futuro de la localidad. Los avatares históricos habían unido administrativamente a San Xulián, que así se llama el patrón isleño, tanto al Ayuntamiento de Vilagarcía como al de Vilanova, al que pertenecía cuando ocurrió esta historia. «Pero nós tiñamos conciencia de que eramos algo á parte. Non é moi complicado velo. O noso territorio está rodeado de auga», recuerda Otero, que presidió la comisión vecinal que iba a dirigir la lucha por un concello propio. Entonces, el 315 de Galicia.

No fue fácil. «Sabiamos que non o ía ser», afirma el presidente de la comisión. De hecho, la empresa se había acometido con anterioridad, y había cosechado estrepitosos fracasos. Por eso, la comisión vecinal que encabezaba Juan Luis Otero -«en realidade eu era un máis»- decidió ponerse en marcha dejando a un lado a los partidos políticos.

El suyo fue un trabajo casi de apostolado, de ir puerta por puerta explicando a todos los isleños por qué necesitaban un Concello propio. Y la ilusión, asegura, se fue extendiendo por todo el pueblo. «Todo o mundo colaboraba», recuerda Juan Luis. Hasta los rapaces, que llenaron de pintadas reivindicativas las paredes del pueblo. A algunas aún se les puede seguir el rastro sobre los muros: apenas unas líneas desteñidas por el tiempo.

Subidos en la ola social, los integrantes de la coordinadora fueron capaces de sortear todos los obstáculos que les iban saliendo al paso. Eran capaces de desplazarse en coche a Madrid para desatascar un trámite. «Unha vez chamaron de Costas, queixándose de que os documentos estaban en galego. Eu díxenlles se facía falta que llelos fose traducir... E dígoche que tería ido», recuerda.

El camino estuvo lleno de traspiés. De pasos adelante y pasos atrás. De reproches entre los partidos políticos. De retrasos. «Foron momentos moi emotivos porque, á fin e ao cabo, este é un sitio pequeno. Sempre lembrarei, ao final dun acto, un gaiteiro tocando o himno... Quedoume no corazón». Aquel momento y tantos otros, como la multitudinaria marcha de isleños que, en noviembre de 1994, cruzaron el puente a pie, llenos todos de alborozo, para entregar en Vilanova el expediente de la segregación. La marcha la encabezaban los isleños de más edad. Y los más jóvenes cantaban y bailaban durante un recorrido de más de cuatro kilómetros.

Hasta que el 1 de noviembre de 1996 el Consello da Xunta dio el visto bueno al nacimiento de A Illa, el municipio 315 de Galicia. En cuanto llegó el fax confirmando el acuerdo «botamos 315 foguetes para celebralo». A partir del 1 de enero de 1997, A Illa de Arousa comenzó a andar tan sola como dueña de su destino. «Eu dei un paso atrás; o traballo estaba feito», relata. ¿Valió la pena? Juan Luis Mira a su izquierda y el consistorio de A Illa le devuelve la mirada.