Venus y Júpiter afectan al clima de la Tierra

Xavier Fonseca Blanco
xavier fonseca REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Xavier Fonseca

Su tirón gravitatorio estira la orbita circular de nuestro planeta un cinco por ciento, suficiente para convertirse en una elipse, aumentando la distancia con el Sol e influyendo en la cantidad de radiación que llega

21 may 2018 . Actualizado a las 18:20 h.

Calentamiento global y cambio climático son conceptos diferentes. El primero hace referencia al aumento actual de la temperatura media generado por la actividad humana. El segundo se refiere a cambios naturales que el clima de la Tierra ha experimentando a lo largo de la historia. Desde hace millones de años, las glaciaciones (etapas frías) y los períodos interglaciares (más cálidos), se suceden en un ciclo de cien mil años. Milutin Milankovitch, un físico serbio, propuso a comienzos del pasado siglo una explicación para esa cadencia climática. Milankovitch encontró que las variaciones en la órbita del planeta causan trastornos en el clima.

Esta semana, un grupo de investigadores estadounidenses han publicado un artículo en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences en el que se menciona un nuevo ciclo todavía más amplio, de 405.000 años. Y en él intervienen Venus y Júpiter. Uno porque es el mundo más cercano y el otro por ser el gigante del sistema solar. Ambos planetas interactúan con la Tierra a través de la gravedad y ejercen un papel fundamental en el clima mundial, algo que según el estudio llevan haciendo desde hace doscientos millones de años.

El tirón gravitatorio de Venus y Júpiter estira la orbita circular de la Tierra un cinco por ciento, suficiente para convertirse en una elipse, un círculo alargado, aumentando así la distancia entre nuestro planeta y la estrella. Esa es justo la forma geométrica que dibuja hoy el movimiento de la Tierra alrededor del Sol, aunque la elipse actual no ha alcanzado todavía el máximo estiramiento.

Estos cambios pequeños generan notables efectos en la cantidad de radiación solar que llega a la superficie terrestre, que influye de forma determinante en el clima global. Cada vez que se completa el ciclo y el estiramiento de la órbita alcanza el tope, las condiciones se vuelven extremas, con veranos muy cálidos e inviernos muy fríos, o sequías muy intensas y etapas muy húmedas. Los investigadores aseguran que este ciclo, que engloba como una matrioska al de Milankovitch, es el patrón astronómico más regular relacionado con el movimiento de la Tierra alrededor del Sol.