El padre de Makelele le abrió los contactos para su carrera de boxeador

e. v. pita VIGO / LA VOZ

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Acusado de matar a su progenitor, el Terrible Sosa tiene 18 días para preparar su defensa

02 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La carrera del boxeador Jorge Luis Sosa, conocido en Vigo como Makelele, le debe mucho a la experiencia y los contactos de su padre de 71 años, al que supuestamente mató a golpes en el cuello y estranguló durante una riña doméstica el pasado sábado en un apartamento de Miami. El púgil está ingresado en la cárcel de Metro West de Miami e hizo una declaración jurada de carencia de ingresos para obtener un abogado de oficio. Tras la vista de la fianza el lunes, tendrá que esperar 18 días para que su letrado prepare su defensa antes de comparecer oficialmente en los tribunales. La jueza le atribuye un asesinato en segundo grado por violencia doméstica. Está calificado como PBL (Punishable by Life, cadena perpetua en inglés). También le acusan de robo con allanamiento y le imponen una orden de alejamiento de la vecina a cuya casa entró para ver la televisión tras el crimen.

Han pasado siete años desde que Makelele se puso en manos de un entrenador de la República Dominicana que era amigo de su padre Jorge Luis para que lo forjara como boxeador. En enero del 2011, el conductor temerario hizo las maletas en Vigo, dejó allí a su familia y subió a un avión en el aeropuerto de Lavacolla, en Santiago de Compostela, para poner rumbo a Santo Domingo. El Tribunal Supremo acababa de confirmar su condena de tres años y 9 meses de cárcel por el accidente con dos muertos ocurrido en la calle Jenaro de la Fuente, de Vigo, en el 2008.

Makelele había desistido de pelear en Vigo porque, en una velada, «el público me empezó a gritar ‘‘asesino’’ en el tercer round», contó a La Voz hace cinco años. Entonces ya había adoptado su apodo de el Terrible Sosa. Sufrió una depresión «inmensa», seguía en paro con una familia que alimentar y «aquí era el enemigo público número 1, habían puesto a toda España contra mí». Decidió empezar de cero en el Caribe.

En Santo Domingo sumó más de 120 peleas como amateur, así como en Puerto Rico y Panamá. El amigo de su padre le abrió camino porque empezó a acumular victorias oficiales en el ring como debutante hasta que logró su récord de 15-12-1 con 15 k. o. «Un día, en Santo Domingo, un mánager de Filadelfia me vio un k. o., me dijo que yo era un buen luchador, me dio su teléfono y firmé un buen contrato por tres años», contó el boxeador en su día. En Filadelfia trabajó como vigilante nocturno y entrenó diez horas al día en un gimnasio donde se curtió. Subió al puesto 66.

Tras ser extraditado a España en el 2014 y cumplir prisión, en el 2016 regresó a Filadelfia. En el verano y otoño del 2017, Makelele empezó a frecuentar la isla de Cuba. Se pasaba por la Escuela Cubana de Boxeo de La Habana para charlar con su profesor Carlos Manuel Miranda Lao, que entrena a aficionados. Makeleke visitó al maestro varias veces y publicaron selfis en Facebook. Allí comentaban que estaba en Cuba porque su padre era de allí, era su tierra, que tenía antepasados y familia. Pero apenas entrenaba.

Durante su estancia en la isla en el 2017, Makelele viajó a Estados Unidos a pelear pero encadenó derrotas. En una entrevista de noviembre, Makelele decía a la web Realcomatmedia que su sueño era subir al ring con el campeón del peso medio Kermit Cintron. La pelea fue programada para el 13 de febrero en Bethlehem, Pensilvania, pero se canceló de forma misteriosa. Solo cuatro días después, el 17, Makelele reaparecía en El Paso, en Texas, contra Tony Harrison, y cayó vapuleado. «Está desentrenado», le acusó la web Realcombatmedia cinco días antes del crimen. Tras viajar a Cuba, visitó a su padre en Miami, donde tenía previsto otro combate el día 23.

Allí supuestamente lo mató, y después se metió en casa de una vecina a ver la televisión. Ahora está en prisión y acusado de nuevo de homicidio. En 18 días debe defenderse para tratar de evitar la cadena perpetua.

La jueza de Makelele, popular por juzgar a viejos amigos

e. v. pita

La jueza Mindy S. Glazer, que ordenó el lunes la prisión sin fianza en Miami para Makelele, es una celebridad en Florida porque protagonizó un vídeo que se hizo viral en el 2015 por sus peculiares amistades. Tuvo que sentenciar a algunos de los que habían sido sus mejores amigos de la infancia en el colegio que se convirtieron en ladrones, o a pasajeros de un crucero que habían bailado ante ella el fin de semana anterior.

Cuenta el diario Clarín que cuando esta magistrada del Tribunal de Fianzas examinaba el caso de un detenido afroamericano acusado de robar un coche se fijó en él y le preguntó si había estudiado en un instituto de secundaria Nautilus. El preso respondió afirmativamente y, de repente, sonrió y comenzaron a brotar lágrimas mientras gritaba: «¡Oh, Dios mío!». La jueza estaba segura de que no se había equivocado mientras el hombre lloraba a lágrima viva, al verse descubierto en la mala vida que llevaba.

Pasados quince días, la jueza se encontró en el banquillo a otro «amigo» acusado de fraude. Le preguntó si se había divertido en el crucero del pasado fin de semana. El acusado se quedó atónito: «¿Me vio bailar?». El hombre enmudeció avergonzado.

En el caso de Makelele, Mindy S. Glazer volvió a hacer gala de su característico humor. Cuando supo que Makelele se había metido en la cama de una vecina tras supuestamente matar a su padre, le dijo: «Esto parece sacado del cuento Ricitos de Oro y los tres ositos», porque la niña protagonista se mete a dormir en la cama de un osito.