Dos países al borde de una crisis diplomática

La Voz

GALICIA

06 nov 2017 . Actualizado a las 07:20 h.

Diplomacia de alta tensión. Bélgica y España se encuentran a un solo paso de desencadenar una peligrosa crisis diplomática a costa del conflicto catalán. Atrás quedó la equidistancia y la medidísima ambigüedad del Gobierno belga. La incapacidad del primer ministro, Charles Michel, de mantener a raya a sus socios independentistas flamencos (N-VA) está provocando una cascada de salidas de tono y manifestaciones abiertamente despectivas por parte de algunos de sus ministros contra el Gobierno y la justicia españoles. El último en tomar partido fue el titular de Interior, Jan Jambon, quien ayer se despachó a gusto a costa de la orden de detención europea contra Carles Puigdemont y cuatro exconsejeros, así como las encarcelaciones preventivas de otros miembros del antiguo Ejecutivo catalán. «¿Qué han hecho de malo? Simplemente aplicar el mandato que recibieron de sus electores», declaró.

El portavoz del PP en el Parlamento Europeo, Esteban González Pons, se apresuró a desacreditar las acusaciones de Jambon para recordar que el político belga pertenece a un partido de «acreditado historial xenóbofo» y «nacionalista».

El gesto inédito de deslealtad hacia el Gobierno español llega después de que el propio Michel apercibiese a su secretario de Asilo, Theo Franken, por invitar de forma velada a Puigdemont a pedir refugio en Bélgica. «No eche más leña al fuego», le pidió. Lejos de ceñirse a su papel institucional, los ministros nacionalistas no han desaprovechado la oportunidad de tensar la cuerda a riesgo de provocar una crisis política en el país.

El desafío catalán está siendo perfectamente instrumentalizado por la N-VA para agitar a su propio electorado. El alcalde de Amberes, Bart De Wever, se sumó a la ofensiva contra España echando mano de los libros de historia al rememorar la matanza que por estas fechas perpetró «La Furia Española» en Amberes tras el levantamiento de las 17 provincias de los Países Bajos españoles contra Felipe II. Se saldó con 10.000 belgas muertos.

Las voces discordantes empiezan a asomar también en la oposición. El líder de los socialistas valones, Elio di Rupo, acusó a Rajoy de actuar como «un franquista». «Yo me opongo a la política de Puigdemont, pero me impresionaría mucho que la justicia belga lo metiese en prisión», sostuvo el ex primer ministro.