A Feijoo no le va la geometría variable

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

GALICIA

Pilar Canicoba

Los pactos a los que tendrá que llegar Rajoy con el PNV y con PDC auguran tensiones con el presidente gallego

10 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Si después de diez meses de parálisis política España acaba formando Gobierno antes de que acabe octubre -y todo indica que así será-, asistiremos a la que probablemente sea la legislatura más extraña de la democracia. La decisión de Mariano Rajoy de apostar por lo malo conocido, es decir, un Gobierno obligado a practicar la geometría variable, antes que lo bueno por conocer, es decir, una hipotética mayoría absoluta con Ciudadanos en caso de nuevas elecciones, convertirá al líder del PP en un equilibrista, dedicado a pactar la política económica y las reformas estructurales necesarias con dos partidos nacionalistas como el PNV y PDC (la antigua CDC), mientras se apoya en el PSOE para frenar las veleidades soberanistas de esos mismos nacionalistas catalanes y vascos, ayudados por Unidos Podemos y sus confluencias. Algo así como la cuadratura del círculo. Si consuma esa especie de sudoku y logra sobrevivir a la prueba, Rajoy demostraría lo que algunos llevamos diciendo mucho tiempo: que la mayoría absoluta fue tal vez su gran desgracia, porque es un político mucho más dotado para buscar consensos que parecen imposibles que para gobernar en solitario con mano de hierro, que es a lo que se ha dedicado hasta ahora. Y si no, que se lo pregunten a Arzalluz y a Pujol, con los que se fajó en las negociaciones que permitieron gobernar durante cuatro años a Aznar con 156 escaños, 13 menos de los que suman ahora PP y Ciudadanos.

Pero todo ese difícil equilibrio tendrá también consecuencias en Galicia. Si, en contra en lo que algunos pensaban, el tener un presidente del Gobierno gallego no ha servido precisamente para que a Galicia le tocara el gordo en términos de financiación y de inversiones, el hecho de que Rajoy vaya a necesitar al PDC y al PNV para aprobar los Presupuestos no va a mejorar esa situación. Más bien al contrario. Algo que augura tensiones entre Rajoy y un Feijoo que afronta su último mandato sin otro compromiso que Galicia, por encima del que mantiene con el PP y con el líder popular. Es evidente que, sabiendo que Rajoy no va a mercadear con la unidad de España, los nacionalistas vascos y catalanes prestarán sus votos para aprobar los Presupuestos a cambio de prebendas económicas para sus respectivos territorios. Algo que Rajoy podría vender, sobre todo en el caso catalán, como una forma de atemperar ansias independentistas con una financiación más justa y equilibrada.

Pero difícilmente comprará Feijoo ese argumento, que se traduce lógicamente en que, siendo la tarta siempre la misma, si Cataluña aumenta su pedazo mejorando su financiación y el injusto cupo vasco no se toca, al resto de comunidades, incluida Galicia, les corresponde un trozo más pequeño. Que a Feijoo no le gusta ese Gobierno del equilibrista al que se lanza Rajoy quedó bastante claro cuando el líder del PPdeG se sumó al coro de los dirigentes populares que, en contra del criterio del propio Rajoy, apostaban más bien por ir a unas terceras elecciones generales al plantear que, para ir ahora la investidura, el PSOE no solo tendría que abstenerse, sino también apoyar los Presupuestos y garantizar la futura estabilidad. Algo que era un imposible metafísico.

Vuelven las teorías sobre el futuro del líder del PPdeG

Poco le ha durando la tranquilidad a Alberto Núñez Feijoo en lo que afecta al eterno matarile de su deseo de dar el salto a Madrid. Todavía no ha conformado siquiera su nuevo Gobierno, y algunos vuelven ya a la carga con sus supuestos planes de hacerse con el liderazgo nacional de los populares. La última teoría es la de que Rajoy prepara ya ese relevo y que, después de una legislatura corta en la que se limitaría a sacrificarse aplicando los recortes necesarios para cumplir con Bruselas y para afianzar la recuperación, dejaría el puesto a Feijoo, que abandonaría la Xunta y aterrizaría en Madrid con el trabajo sucio hecho y con el objetivo de recuperar la confianza de los votantes en unas nuevas elecciones.

Pilar Cancela, camino de emular a Pedro Sánchez

La presidenta de la gestora del PSdeG, Pilar Cancela, parece dispuesta a repetir en Galicia el espectáculo que el PSOE ofreció en su último comité federal. Pretende aferrarse, como hizo Sánchez, a la literalidad de las normas internas para reivindicar su legitimidad, como si nada hubiera sucedido en el PSOE desde que fue elegida, gracias exclusivamente al apoyo de Sánchez, como líder accidental para sustituir a un Besteiro imputado por diez supuestos delitos. Tratar de permanecer en el cargo, después de haber roto la imparcialidad que cabía exigirle y de convertirse en una de las dirigentes más señaladas en el respaldo a Sánchez, resulta una misión tan imposible como negativa para los socialistas gallegos.

Rajoy no se entiende para nada con Albert Rivera

Mariano Rajoy no se entiende con Albert Rivera. El líder del PP es un político pragmático y, a pesar de que el líder de Ciudadanos esté empeñado en jubilarle y en relacionarle con la corrupción, ha intentado forjar un vínculo personal con alguien con el que está condenado a entenderse. Algo, la relación personal, que Rajoy valora especialmente a la hora de hacer política. Pero no hay manera. La química entre ellos es nula, al contrario de lo que ocurre con Javier Fernández, con el que Rajoy ha conectado de inmediato. El sueño no confesado del líder del PP sería alcanzar acuerdos de Gobierno y de Estado con el PSOE, que le permitieran no tener que depender para nada de Rivera, del que no se fía en absoluto.