Estudiantes de la Escuela de Arquitectura de A Coruña viajaron al país para participar en un proyecto que quedó pendiente desde la época soviética
18 may 2016 . Actualizado a las 11:09 h.Son jóvenes, estudiantes y con ganas de vivir aventuras. Con ese currículo, no es de extrañar que estas cuatro mentes de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de A Coruña respondieran con euforia a la llamada de Armenia, un país que se fija -y mucho- en lo que hacemos por estos lares. Así fue como Inés Piñeiro, Lucía Álvarez, Uxía Varela y Pablo Martínez cogieron el avión a Ereván -la capital del país- con dos de sus profesores, Cristóbal Crespo y Óscar Pedrós, hacia un proyecto apasionante. Y allí estuvieron, felices de la vida, desde el 29 de abril hasta el 7 de mayo.
La ocasión lo merecía. Este ha sido el tercer año consecutivo en el que la escuela coruñesa resultó invitada al taller internacional Culturas deportivas e historias urbanas, una iniciativa en la que participaron junto a otros 28 alumnos de las universidades de Ereván, Clermont-Ferrand (Francia) y OHT (Alemania). Los estudiantes se repartieron en cuatro grupos con una misión importante: realizar propuestas para la regeneración de una importante zona deportiva de la capital armenia y un plan de conexión con la ciudad, un proyecto cuya finalización quedó pendiente desde la época soviética.
Conexiones gallegas
El complejo deportivo es, concretamente, el que rodea al estadio Hrazdan. «Nos hemos encontrado con una conexión curiosa. Y es que el entrenador del Banants, el equipo que juega en ese estadio, es Tito Ramallo», extécnico del Deportivo B, cuenta Cristóbal Crespo, que añade que este no es el único vínculo entre Galicia y Ereván: «La peregrinación a Santiago más larga de la que se tiene registro es precisamente la de un obispo armenio», señala. Así, la zona del estadio está ubicada en un área de barrancos por la que pasa un río que rodea la ciudad. En la actualidad hay dos puentes que la conectan con la urbe, y por ahí va la propuesta en la que participaron los cuatro alumnos de la escuela coruñesa: «Planteamos que hubiese más puentes, aprovechando la topografía del lugar, para que la zona quede enlazada con Ereván», comentan.
Al mismo tiempo, y de forma complementaria a esa conexión de la zona deportiva con la capital, los alumnos iniciaron un plan para crear espacios destinados a deportes alternativos que se practican en la zona. «La gente allí disfruta de muchos deportes no reglados, como por ejemplo la tirolina, por eso en este proyecto planteamos también áreas en las que se puedan desarrollar», comentan. En un principio, nada les acompañaba para embarcarse en esta aventura. «En realidad les venía fatal. Están a final de curso y no hay fondos, porque este no es un programa institucional, sino una iniciativa espontánea organizada desde abajo que surgió del contacto con universidades extranjeras», explica el docente. Sin embargo, cuentan que la amabilidad de sus anfitriones y la maravillosa experiencia que han vivido en Armenia lo compensó todo: «La hospitalidad allí es tal que no hubo ningún gasto una vez que aterrizamos. Todo lo asumió su universidad», indica.
Proyecto para Ourense
Pero este no es el único proyecto internacional en el que participa la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de A Coruña, que ya es experta en estas lides. «Hacemos intercambios con Francia y Alemania en los que el destino es rotatorio cada año», señala el profesor. Precisamente, otros doce alumnos suyos presentarán el próximo 27 de mayo en Francia un proyecto termal para Ourense. «La primera semana de marzo vinieron a A Coruña alumnos de Francia y Alemania para arrancarlo. Nuestros alumnos están que echan humo con las maquetas ahora mismo», precisa Crespo.
Lo que están ideando no es otra cosa que el desarrollo urbano y paisajístico del área termal de As Burgas, un trabajo en el que han colaborado con las escuelas de Clermont-Ferrand, de Francia y la de Ratisbona, de Alemania. Las tres han elegido el proyecto Ourense Termal como tema para su trabajo de fin de máster dentro del programa internacional Iacobus 2016.