Pedro Sánchez lo intentará con Rivera

Paula de las Heras / Colpisa MADRID

GALICIA

PIERRE-PHILIPPE MARCOU | AFP

Llama al líder de Ciudadanos para hablar esta semana, rechaza el «chantaje» de Podemos y dice que no negociará hasta ser propuesto por el rey, aunque insiste en que Rajoy debe intentarlo antes

24 ene 2016 . Actualizado a las 12:44 h.

Se pondrá a negociar con el resto de grupos parlamentarios tarde o temprano para tratar de formar un Gobierno, pero Pedro Sánchez lanzó el sábado un mismo mensaje tanto a Mariano Rajoy como a Pablo Iglesias. «La agenda la marco yo, y ya veremos con quién hablo y con quién no y bajo qué circunstancias o condiciones», dijo en declaraciones a Colpisa. El secretario general del PSOE rechaza la idea general de que ahora la pelota está en su tejado. Sigue pensando que, de acuerdo con el protocolo y los usos constitucionales, en tanto el rey no haga un encargo directo a otra persona, es el líder de la fuerza más votada quien tiene la obligación de dejarse la piel en el intento de proporcionar al país un Ejecutivo estable y que, si no es capaz, ha de renunciar sin subterfugios.

Ese escenario no se ha dado. Rajoy declinó el viernes la encomienda de formar Gobierno, pero lo hizo con el argumento de que, «en este momento», no está «en condiciones» de afrontarla. Su no llevó al jefe del Estado a convocar otra ronda de consultas con los representantes de los partidos a partir del miércoles. Y, de inmediato, la presión recayó sobre el PSOE. Es exactamente lo que pretendía el líder del PP, sobre todo, después de que Pablo Iglesias pusiera sobre la mesa la oferta envenenada de un Ejecutivo de coalición entre socialistas, Podemos e IU. Uno y otro saben que la formación de Sánchez tendría dificultades para digerir ese acuerdo y que tanto un sí como un no podrían pasarle factura.

El líder del PSOE está convencido, sin embargo, de poder zafarse de esa encerrona y el sábado se puso a ello. Primero, y cuando todo el mundo esperaba que llamara a Pablo Iglesias -había quedado en hacerlo durante el fin de semana-, descolgó el teléfono para ponerse en contacto con el líder de Ciudadanos, Albert Rivera. Con ello, mandó una señal a quienes 24 horas antes creían haberle arrojado a los leones con la intención de repartirse las ganancias (el PP y Podemos serían, supuestamente, los beneficiarios de una repetición de elecciones) y les advirtió de que tiene más cartas que jugar.

Es cierto que hoy por hoy un acuerdo con Ciudadanos parece difícil, entre otras cosas, porque su apoyo sin más no bastaría para que el PSOE pueda formar Gobierno. Pero también es cierto que, según fuera el contenido de ese pacto, bien el PP o bien Podemos podrían tener complicado justificar que prefiriesen llevar al país a unas nuevas elecciones, cuyo resultado puede arrojar tanta inestabilidad como las del 20D, antes que facilitar un Gobierno de centro, en un caso, o reformista, en el otro. Los socialistas críticos con Sánchez tendrían, además, pocos argumentos contra él.

Escenario cambiante

En todo caso, la dirección socialista no está todavía en eso. Ni es su plan concreto -no en vano Sánchez dijo el viernes que los votantes progresistas no entenderían que PSOE y Podemos no se entiendan- ni sabe si sería factible. «Si algo estamos viendo es que cada día cambia el escenario y habrá que gestionarlo según venga, sabiendo que por el camino lo único que no podemos hacer es perder la coherencia», dicen en un intento de tranquilizar a los barones que, como Susana Díaz, desconfían de sus intenciones e insisten en que no se pueden dejar ni a la formación ni a España al albur de los independentistas; algo que ocurriría si finalmente se opta por un acuerdo como el que planteó Iglesias, imposible sin el concurso activo o pasivo del secesionismo.

Sánchez aseguró, a través de un comunicado difundido por su partido, que está dispuesto a hablar con todas las fuerzas políticas para «evaluar la situación y acercar posiciones en torno a cómo afrontar los graves desafíos que España tiene», pero advirtió de que no tiene intención de «negociar» ya un Ejecutivo alternativo como tal. Defiende que, lo lógico, es que este tiempo que ha abierto con su finta Rajoy lo aproveche él mismo para hacer lo que no ha hecho hasta ahora: tratar de sumar apoyos.

En resumidas cuentas, lo que intentó trasladar el líder del PSOE es que se niega a bailar al son que le marquen los demás «desde el chantaje y anteponiendo los intereses de partido a los intereses de los ciudadanos», en clara alusión a Podemos, con el que de momento no negociará. «Nosotros -dicen en su entorno- no vamos a caer en la ansiedad».

Así, la segunda pata de su estrategia fue cargar contra el jefe del Ejecutivo y desactivar la idea de que el turno del PSOE ha empezado a correr ya. «Rajoy tiene la obligación de presentar su candidatura a la investidura o renunciar definitivamente a ella. Mantenerse a la espera por razones de supervivencia política y personal, amparándose en la existencia de hipotéticas mayorías alternativas, es una irresponsabilidad poco acorde con los intereses de los ciudadanos y con los retos que tiene planteado nuestro país», reprocha el comunicado.

En el PSOE aseguran que lo más probable es que en su próximo encuentro con el rey, Sánchez le diga que aún le toca a Rajoy, pero también afirman que si el jefe del Estado hace a su líder la encomienda de formar Gobierno no la rechazará. «Nosotros no vamos a utilizar a la corona por tacticismo ni vamos a abdicar de nuestras responsabilidades», dicen. Una doble pulla, al líder del PP y al de Podemos, que para pillar con el pie cambiado al PSOE hizo que el viernes fuera el monarca quien comunicara al socialista su disposición a entrar en su Gobierno.

En el PSOE acusan a Rajoy de poner en problemas al rey

En el núcleo duro del PSOE argumentan que Mariano Rajoy, que hasta el mismo viernes decía que lo «serio» era que él fuera el primero a la investidura, ha puesto a Felipe VI en una situación complicada. Porque el monarca también se juega mucho en este proceso inédito de búsqueda de mayorías parlamentarias. Él mismo ha bromeado, en algunas de las audiencias que ha mantenido con los portavoces de las fuerzas con representación en el Congreso, sobre lo fácil que lo tuvo su padre, el rey Juan Carlos, con los resultados electorales.