Las defensas consiguieron rehabilitar la imagen de una familia modélica al menos hasta la separación, y las cámaras pueden tener doble filo
14 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.«¿Jura o promete decir la verdad sobre todo cuanto le pregunten?». Es la frase más repetida por el magistrado Jorge Cid Carballo en las últimas dos semanas. Por más que el presidente del tribunal ha tratado de dinamizar la vista oral, el peregrinaje de testigos ha sido largo y en demasiadas ocasiones intrascendente para responder a las preguntas claves del caso. Haciendo un cálculo aproximado, y sin contar con los interrogatorios a los dos acusados, no es descabellado pensar que en la sala de vistas se han formulado unas tres mil preguntas a lo largo de seis sesiones (75 testigos sometidos a un fiscal, la acusación popular y dos abogados defensores). Aún así, se echan en falta testimonios en apariencia relevantes y respuestas esenciales.
¿Fueron contundentes las declaraciones de los investigadores?
Ambas defensas han tratado de poner de relieve de forma permanente los fallos en la investigación y en la instrucción, por pequeños que fuesen. Y algunos, desde luego, hay. Sin embargo, los testimonios de los funcionarios de la Guardia Civil fueron muy sólidos en contra de los intereses de los acusados. Pero su trabajo acaba con la entrega de pruebas, de ahí que puedan parecer hipótesis cojas.
¿Qué credibilidad tienen los testimonios de las profesoras?
Los testimonios tienen un valor fundamental en un hecho: que acudieron a la comisaría voluntariamente y lo hicieron a las pocas horas de morir la niña, incluso antes de que públicamente los focos estuvieran sobre los padres y de que se conocieran detalles de las circunstancias del fallecimiento. Ahora toca cruzar en el calendario sus declaraciones con los episodios de intoxicaciones sufridas por Asunta y sopesar la supuesta confesión de la niña a la docente de la academia Play sobre los «polvos blancos» que le daba «mamá».
¿A quién ayuda la reconstrucción de hechos a través de las cámaras?
Las cámaras, en concreto la de una gasolinera, fueron determinantes para conocer que Asunta subió con su madre a Teo aquel 21 de septiembre. El cambio de versión de la madre coincidió con la aparición de esas imágenes. También ayudan, combinadas con las alarmas de las casas, a recomponer las entradas y salidas. Sin embargo chocan con la testigo que afirma haber visto a Basterra fuera de casa con la niña o con la versión del profesor universitario que sitúa a Asunta andando por el Ensanche más tarde de las 19 horas. La defensa se podría agarrar ahora a este testimonio para cuestionar la hora de la muerte calculada tras la autopsia.
¿Es relevante el material de los móviles o de los ordenadores?
El ordenador de Basterra, que no se encontró en el primer registro y que apareció semanas más tarde, es una constante en el juicio. Lo cierto es que solo se puede juzgar por lo que había en él (manipulado o no) y parece irrelevante. Las fotos encontradas en los móviles han sido polémicas, pero no parecen determinantes para las partes. ¿Y las llamadas y los mensajes del día de los hechos? Están borrados. Su contenido no se pudo recuperar.
Ahora llegarán respuestas para el Orfidal, las cuerdas naranjas y el pañuelo
¿Algún testigo ha visto a Alfonso Basterra comprar Orfidal? Sí. ¿Y dárselo a la niña? No. Conectar las pruebas testificales y las periciales es lo que tratará de hacer la acusación en los próximos días. Y la defensa, lógicamente, a desmontar cualquier hipótesis.
¿Por qué la acusación no ha sido capaz de atar cabos en esta fase?
Rosario Porto y Alfonso Basterra no tienen que demostrar nada. Es la acusación la que debe hacerlo, y de momento solo ha sido capaz de señalar y poner indicios sobre la mesa. ¿Y por qué termina esta fase con tan pocos cabos atados si las conclusiones de la instrucción eran tan firmes? Porque son los resultados de las periciales los que deben contestar a muchas de las preguntas, y no los testigos.
¿Cuáles serán los elementos sobre los que se fijarán ahora?
Para empezar, la autopsia. Si la muerte se produce a las 19 horas, se cae la declaración de un testigo. Alfonso compró Orfidal en varias ocasiones, supuestamente para Rosario. ¿Con quién durmió o comió Asunta en las horas previas a los episodios de intoxicación? Ahí habrá respuestas importantes. ¿Coinciden o no las cuerdas naranjas de las que tanto se ha hablado hasta ahora? A simple vista son muy parecidas, y conectarían directamente la finca de Teo y el lugar en el que apareció Asunta, pero no está clara la respuesta de la ciencia. Y por último, el contenido de la papelera del chalé: ¿estaba húmedo y tenía ADN de Asunta uno de los pañuelos? Un matiz definitivo.