La última sonata de Beiras

Domingos Sampedro
domingos sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

SANDRA ALONSO

El líder de Anova deberá decidir si encabeza una candidatura excluyente con el BNG y que diluya su perfil como referente del nacionalismo gallego

27 sep 2015 . Actualizado a las 11:16 h.

Con el rumbo que ha tomado en los últimos días la negociación dirigida a crear una candidatura gallega de unidad popular, pensada para aglutinar en su seno el nacionalismo y la izquierda radical, la foto final de esta historia mostraría a un BNG condenado a vivir con cartilla de racionamiento hasta su desaparición como marca, a una marea que anegaría otra vez la playa en diciembre, pero incapaz de arrebatarle al PSOE el liderazgo en la izquierda, y al principal activo de toda esta mêlée, Xosé Manuel Beiras, que en vez de descubrirse como heredero de Castelao por guiar al nacionalismo hasta su techo histórico, se transmuta en un Casares Quiroga, el hombre agasajado con varios ministerios por el aparato del Estado después de transitar de Galicia hacia las Cortes diluyéndose en un frente de izquierdas.

Todo indica que Beiras, camino de los 80 años, ha decidido interpretar su última sonata lanzándose a la aventura política madrileña. En la «cámara de gas do Hórreo», como llama al Parlamento gallego, ya no tiene su sitio, porque a sus ojos se tornó en un lugar ruin y provinciano. No acude a las sesiones y rara vez está presente para votar. Sus miras están ahora más allá del Padornelo. Lo dijo él mismo, al ofrecerse a encabezar una lista, siempre y cuando represente al «pobo galego como suxeito político».

Claro que, después, en Beiras todo es complejo e incluso contradictorio. Porque mientras admite que Pablo Iglesias Turrión le brindó acomodo en Madrid en el fin de su carrera, dice a la par que si fuera catalán hoy votaría a las CUP, que son justo los que despacharon a Podemos con ese gesto altanero que cierra el puño y levanta el dedo corazón. Gesto que reeditó el Bloc Valencià, el auténtico motor de Compromís.

Pero eso no fue óbice para que el partido fundado por Beiras, Anova-IN, firmara un preacuerdo político con Podemos y EU dirigido a constituir una candidatura electoral. Entre las 525 palabras que emplea el texto no se dedica siquiera una para citar al BNG como potencial aliado. En cambio, sí se alude expresamente a Compostela Aberta, Ferrol en Común y Marea Atlántica, por este orden, señal inequívoca de quienes serán los llamados.

Pero volviendo al principio, no estamos todavía ante la foto final de esta historia. Lo de la candidatura unitaria gallega es a la política lo que la berrea del ciervo es a la ecología. Ambas coinciden en el tiempo al inicio del otoño y son prolíficas en bramidos, escaramuza y exhibición de cornamenta. Y Podemos intenta ejercer de macho alfa abriendo el cortejo, pues hace ya mes y medio que Íñigo Errejón excluyó al BNG de la lista gallega y ahora redondeó el golpe filtrando antes de las elecciones catalanas su acuerdo con Anova y Esquerda Unida. ¿Por qué?. Pues porque si aguarda al resultado electoral, se vería lo que el valor añadido que los de Iglesias aportan a los once escaños que ya tiene ICV.

Y Anova, retratada en un oscuro pacto de despacho, tuvo que apresurarse a explicarse ante sus militantes, mientras Martiño Noriega salió a dar la cara enmendando, invocando plaza para un BNG no mentado en el preacuerdo.

En esta berrea no falta quien crea que el juego se diseñó para dejar al BNG fuera, y cerrar después los flecos del nombre y la personalidad de la coalición. Pero lo determinante volverá a ser Beiras, votante virtual de las CUP. ¿Castelao o Casares Quiroga?. La última sonata -que no la derradeira- sin duda promete.