Confusión en las carreteras gallegas por el exceso de señales 

Laura García del Valle
laura g. del valle REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Villanueva afirma que intentará solucionar el problema detectado por Tráfico, que está presente en decenas de tramos de carreteras en Galicia

23 jul 2015 . Actualizado a las 09:19 h.

«Intentaremos solucionar el problema del exceso de señales de velocidad en Galicia. Estos símbolos promueven una mayor precaución en los conductores y no queremos que causen el efecto contrario». Con estas declaraciones, el delegado del Gobierno en Galicia, Santiago Villanueva, se sumó ayer a la intención de Tráfico de reducir el número de señales que, en un tramo de distancia mínimo, acumula dos o más representaciones de velocidades máximas permitidas. Villanueva atribuye esta situación a «obras u otras circunstancias».

Hace dos años, Victoria Gómez -coordinadora de la DGT en Galicia- explicó a La Voz que «en esta comunidad, ves una señal de 80 y más adelante otra de 70. El conductor pierde la noción de a qué velocidad tiene que ir en cada momento: hay que repasarlas». Sin embargo, ninguna provincia está, en la actualidad, exenta de estos puntos conflictivos. Para Gómez esto se debe a que no ha existido una reunión para tratar el tema de la homogeneización de las velocidades en carreteras secundarias con el Ministerio de Fomento y las Diputaciones provinciales y recuerda que «el problema es debido a la cantidad de señales que hay, no a que estas no sean comprensibles».

Autoescuelas y transportistas

Por su parte, desde el Ministerio de Fomento informan de que «la señalización vertical debe entenderse como una ayuda a la circulación que facilite el buen uso de la red de carreteras», pero para los gremios de las autoescuelas y los transportistas no siempre sucede así. Ramón Alonso, presidente de la Federación Gallega de Transporte de Mercancías afirma que ve una «intencionalidad extraña» en algunas señalizaciones: «En ocasiones vas conduciendo por una vía que limita la velocidad a 80 kilómetros hora y, de repente, la carretera cambia a 60 y es ahí donde está situado un radar». Además, alega que para los transportistas es más complicado adaptarse a estos cambios de velocidades: «Es más sencillo para un turismo frenar a tiempo que para un camión».

Asimismo, para Álvaro Fernández, que está acostumbrado a circular por la red viaria gallega «estas señales continuadas existen en muchas carreteras de Galicia» y continúa: «Si te diriges a una rotonda no es necesario cambiar cuatro o cinco veces de velocidad. Con dos velocidades para reducir sería suficiente». Aún así, señala que este problema se ve agravado por el mal estado del asfalto de las vías.

Desde la Asociación de Autoescuelas de Ourense, Luis Fernando Varela asegura que, aunque «en líneas generales la señalización en vías interurbanas es buena, en la red secundaria la cosa varía». Y menciona casos de conflictos de intereses de las administraciones por la propiedad de las vías: «Esto puede suponer una aglomeración de señales o, en caso contrario, un abandono».

Las incoherencias entre señales horizontales y verticales, otra losa para el conductor

Las carreteras gallegas sufren también las incongruencias entre lo que dicta una señal vertical y lo que marca la horizontal o, en su defecto, la ausencia de una de ellas. Desde la autoescuela Pazo en Vigo, el profesor Arturo Álvarez reconoce hasta siete incoherencias situadas en diferentes puntos de la ciudad olívica.

A pesar de cumplir las normas de circulación que, según Álvarez «cuesta respetar», uno se puede encontrar con la siguiente situación al llegar al tramo de la N-550 que une Santiago y Ordes: el vial se divide en dos carriles. Uno que continúa en dirección a A Coruña y otro que, aunque da acceso a un polígono, si no se toma este desvío también permite seguir de frente en dirección a la ciudad herculina. La sorpresa es que, al final del vial no hay un carril de incorporación, sino una isleta de frente y una línea continua a mano izquierda donde debería haber una discontinua.

Con información de Cándida Andaluz, Toni Silva, López Penide y Betsabé Domínguez