Permaneció todo el día de ayer en el cuartel de la Guardia Civil de Ponteareas mientras sigue el rastreo de las armas en Arbo y Crecente
05 jul 2015 . Actualizado a las 01:39 h.La investigación mantiene abiertas varias hipótesis pero las sospechas están centradas en la expareja de la mujer que apareció asesinada junto a su novio en un coche en Arbo. Arturo Domínguez es el único detenido hasta ahora por esta causa. Equipos de Policía Judicial de la Guardia Civil de la Comandancia de Pontevedra, que ha asumido la investigación que dirige el juzgado número 3 de Ponteareas, acotaron ayer diversas zonas del monte de A Telleira en busca del arma o armas que el asesino de Sergio Rodríguez Fernández y Beatriz Rodríguez Mariño usó el viernes para acabar con las vidas que recientemente habían empezado a compartir los jóvenes.
El único detenido en relación a este macabro crimen que ha sumergido a los municipios de Arbo y Crecente, donde nacieron y se criaron las víctimas, en un profundo dolor, es Arturo Domínguez, expareja sentimental de la mujer. El hombre, vecino del municipio ourensano de Padrenda, permaneció durante toda la jornada de ayer en el cuartel de la Guardia Civil de Ponteareas. No está previsto que pase hoy a disposición judicial ante el titular de la sala que intenta determinar si se trata de un crimen considerado de violencia de género y la posible relación de la expareja de Beatriz Rodríguez en el caso, según confirmaron fuentes judiciales.
Registro de la casa familiar
El hombre acudió al cuartel de Arbo el viernes a última hora de la noche, tras ser llamado por la Guardia Civil, y fue entonces cuando se le detuvo aunque, al haberse decretado el secreto de sumario, no han trascendido los cargos de la imputación de Arturo Domínguez. Estaba previsto también hacer un registro de la casa familiar del arrestado en las próximas horas.
Sobre el terreno trabajaban ayer varios equipos de especialistas. La Guardia Civil recabando muestras y pruebas en las que respaldar las indagaciones, y profesionales del grupo de intervención psicológica en emergencias y catástrofes (GIPCE) asistiendo a los familiares de las dos víctimas, concretamente a la hija de la mujer asesinada, según confirmó el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda. El Concello decretó tres días de luto. La plaza del Concello sirvió de punto de encuentro y puesta en común del dolor colectivo de familiares, amigos y vecinos, a las nueve de la noche. Dejaron constancia de que nunca olvidarán a las víctimas y de su indignación y repulsa. «Era esa persona siempre alegre y dispuesta a ayudar a todo el que se lo pidiera o le hiciera falta». Así describen sus amigos a Sergio Rodríguez Fernández, el pequeño de dos hermanos de una familia tan conocida como querida en el municipio de Arbo. «Ahora estaba empezando una nueva vida, feliz e ilusionado, esto es inasumible», indicó la dueña de la cafetería A Canexa, donde lo conocen desde que nació. Los calificativos más repetidos destacaban su «inmenso corazón y humanidad». Era un agente activo de la vida social del municipio. Su asociación, la Barca de Loimil, colocaba el crespón negro en su Facebook a la vez que expresaba el dolor por la muerte de Sergio Rodríguez. Hoy mismo tenían una comida de la asociación. «Un terrible suceso injustificado y sin razón, deja a Arbo sumido en la tristeza y a su familia y amigos indignados por semejante maldad y acto de cobardía», dice su grupo de la Barca de Loimil. «Falta un joven comprometido con esta asociación, amigo de sus amigos y al que no vamos a olvidar nunca», advierten sus compañeros.
«Buena persona»
Sobre Beatriz Rodríguez Mariño también se llenan las redes sociales de comentarios de dolor. «La queríamos como a una hija, era tan buena persona como madre, no se puede entender ni soportar», explicaban conmocionados los dueños del bar en el que trabajaba.
Según varios amigos de la zona, la mujer residía ahora con su hermana en A Cañiza. Era una persona excepcional y una excelente compañera de trabajo, aseguran las mismas fuentes. Añaden que la expareja de ella no había aceptado de buen grado la ruptura que se produjo hace ya varios meses.
«Vivimos nove anos con ela, a nena estivo aquí nas festas, ¿como imos a estar?»
Los familiares y amigos de Arturo Domínguez se debatían ayer entre la incredulidad y el abatimiento. Una tristeza que se percibía ya antes de entrar en el bar del que su familia es propietaria en la pequeña localidad ourensana de San Amaro, en la que apenas hay una decena de casas habitadas. A la incertidumbre sobre la situación del detenido se unía la consternación por el fallecimiento de Beatriz. «Convivimos nove anos con ela», señalaba la cuñada de Arturo, que recordaba que la hija de ambos, de ocho años, había pasado el fin de semana anterior disfrutando de las fiestas con la familia. «Cómo imos a estar?», añadía.
A los conocidos no les encaja nada de lo que está ocurriendo. «Nin viñeron por el, nin despois a buscar as armas de caza, que están no armario», apuntan. Narran que Arturo llegó al cuartel de Arbo, a apenas quince minutos de San Amaro, en su propio coche tras recibir la llamada de la Guardia Civil pidiéndole que se acercara. «Cando o chamaron estaba axudando nunha churrascada aquí ó lado. Pedírallo un amigo que estaba facendo a festa para os veciños», cuentan. Tampoco entienden por qué se le da importancia a su afición a la caza. Arturo, que trabaja como autónomo con maquinaria de construcción, también cuidaba de un coto privado de la zona por encargo de su dueño. «Era un máis; por aquí cazadores son case todos», matizan.
Fina Ulloa