Mal día para el ladrón del Códice

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

XOÁN A. SOLER

Castiñeiras tuvo que ver los vídeos en los que aparece robando dinero y el fiscal desmontó el informe que dice que el electricista pudo hacerse rico trabajando

04 feb 2015 . Actualizado a las 11:45 h.

Manuel Fernández Castiñeiras tuvo ayer un mal día para sus intereses en el juicio que se sigue en la sección compostelana de la Audiencia Provincial por el robo del Códice Calixtino. El peor desde que se inició la vista. La jornada empezó mal y terminó peor para él, ya que concluyó con la proyección de la primera tanda de vídeos de las cámaras de seguridad del claustro y del despacho del administrador de la catedral de Santiago. Su abogada defensora, Carmen Ventoso, trató de impedirlo de nuevo y protestó sin éxito ante el tribunal. Incluso llegó a pedir la hora alegando que no podía seguir defendiendo a su cliente porque, como la sesión se había iniciado a las 9.30 horas y ya eran más de las 14.30, ya no podía «ni ver la pantalla». El comentario le valió una reprimenda del magistrado presidente que, como el resto, llevaba en la sala las mismas horas.

Ya fuese por cansancio o por sus vanos intentos de que no se proyectasen los comprometedores vídeos que ella estima nulos, lo cierto es que el archivo que a continuación se reprodujo era el más embarazoso para el acusado. Como en los anteriores, se le veía entrar con su propia llave en el despacho privado, caminar con sigilo por la habitación y abrir la caja fuerte también con llave, pese a que se suponía que solo existía una copia. La diferencia con las secuencias proyectadas hasta ese momento es que en esa ocasión Fernández Castiñeiras extrajo una bolsa de plástico del interior de la caja fuerte, la puso sobre una mesa y sacó de ella varios fajos de billetes que se guardó en el bolsillo. La imagen no admite más palabras.

En los vídeos anteriores se le había visto llevarse algún documento, revisar armarios y portar una pequeña linterna con la que escudriñaba sin prisas cuando la luz no se encendía automáticamente. Una actitud, por pautada, tranquila y sigilosa, bien distinta a la que expuso con anterioridad el psicólogo que trató al acusado tras su detención y que aseguró a la sala que Castiñeiras padece un «síndrome de acumulación compulsiva» y tiene «tan alto el nivel de ansiedad» que no es capaz de controlar sus impulsos por acaparar objetos.

El médico explicó que el exelectricista padece ese trastorno desde los 24 años, pero que su familia solo se enteró tras su detención y que fue entonces cuando su esposa lo obligó a ir a su consulta para tratarse. A preguntas del fiscal y del abogado de la catedral, el psicólogo aclaró que Castiñeiras no padece ni cleptomanía -necesidad de robar- ni síndrome de Diógenes, que afecta a los que acumulan basura. Solo «recolecta» y «coge» objetos.

Fue el presidente del tribunal, Ángel Pantín, el que puso el dedo en la llaga y centró la cuestión. El acusado no está siendo juzgado por acumular objetos en su casa, sino por sustraer un millar de documentos, 2,3 millones de euros y el Códice de la catedral. «De acumular a coger hay un salto», señaló el magistrado, que preguntó al perito si Castiñeiras también sufría un impulso por sustraer. Dijo que sí, pero evitando el verbo y reemplazándolo por los eufemismos «coger» y «recolectar». Ante la imposibilidad de llegar a una conclusión lógica, el juez zanjó la cuestión recalcando que el informe no hace referencia a la imputabilidad del exelectricista. Es decir, que es papel mojado y no tendrá peso. En primer lugar porque lo aporta la defensa y en segundo porque el acusado se ha negado a que los psiquiatras oficiales del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) lo estudien también.

El actual administrador de la catedral, Francisco Domínguez, explicó su informe en el que cifra en más de 2 millones de euros el dinero robado y aportó un dato novedoso: entre el 2002 y el 2004 el exelectricista solo les facturó 32.046 euros. Una cifra muy lejos de los 1,7 millones de euros que tenía en su poder y que la defensa afirma que ganó honradamente. También compareció la calígrafa que analizó la letra de la etiqueta de unas llaves que tenía en su poder Castiñeiras en las que ponía «Arch. Cat.» y que abrían el archivo de la catedral. Para la técnica no hay duda, la caligrafía es la del acusado.

Además de este otro varapalo, el acusado también veía como el fiscal, Antonio Roma, y el letrado de la catedral, José Antonio Montero, desmontaban el informe de la defensa según el cual Castiñeiras pudo hacerse millonario trabajando. La cuadratura del círculo sería posible gracias a que el acusado habría prestado el dinero que ahorraba. Eso sí, no se aportan datos oficiales de Hacienda, ni de bancos ni se tiene en cuenta si pagó impuestos. Más allá de tecnicismos, el ministerio público llevó la cuestión a lo práctico: ¿si ganó tanto dinero en pesetas cuándo lo cambió?, ya que a él se le intervinieron euros y no hay constancia de que cambiase la moneda.