El acusado de robar el Códice se centra en librar a su familia del cargo de blanqueo

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

El organista de la catedral dice que pidió el registro de su casa porque tuvo miedo de que hubiesen escondido allí el libro

03 feb 2015 . Actualizado a las 07:29 h.

Ante el tribunal que juzga en Santiago el robo del Códice Calixtino han desfilado vecinas, amigas y clientas de la esposa del acusado de robar el libro. Todas han contado la misma historia. Manuela Remedios Nieto Mayo «trabajaba mucho». Cosía para particulares y para comercios de ropa. Cobraba siempre en efectivo y sin contrato, por lo que no ha quedado más registro de su sacrificada vida que el testimonio de las que la conocieron. El más gráfico, el de una vecina del edificio en el que vivía con su marido en O Milladoiro, que ayer relató como veía desde su ventana las pilas de ropa amontonadas junto a la máquina de coser y a ella trabajando «incluso de noche».

Esos mismos testimonios coinciden en que en la casa de Manuela Remedios había una cortina opaca que ocultaba el despacho del presunto ladrón del Códice, Manuel Fernández Castiñeiras. Esposa e hijo aseguraron que él les tenía prohibido el paso a esa estancia y que ellos no entraban jamás y tampoco sabían que allí había dinero.

¿Por qué tanto empeño en demostrar que la esposa de Castiñeiras era costurera y que no entraba en la habitación oculta tras la cortina? Porque la defensa quiere demostrar que ni la mujer ni el hijo del principal acusado sabían nada del dinero que el exelectricista de la catedral compostelana tenía en sus cuatro viviendas. Nada menos que 1,7 millones de euros. Y si no sabían la fortuna que guardaban en casa no pudieron blanquearla, como les acusa el fiscal, que pide para ambos un año y medio de prisión y 300.000 euros de multa.

Fernández Castiñeiras quiere salvar a su familia. Sabe que él lo tiene mucho más difícil. Hay tal avalancha de pruebas en su contra que, salvo sorpresa, el futuro de Castiñeiras parece más cerca de la prisión de Teixeiro que de su apartamento en la playa de A Lanzada pagado a tocateja.

En la jornada de ayer, la octava, también declaró el exorganista de la catedral. Narró el infierno que pasó hasta que se halló el Códice porque figuraba en la lista de sospechosos, por lo que «había muchas suspicacias en la catedral». Tantas que, «tras cinco noches sin dormir», llegó a temer que el libro hubiese sido escondido por el ladrón en su casa, por lo que él mismo pidió a la policía que registrase la vivienda.