Exaltación de un arma universal

Jorge Casanova
Jorge Casanova MELIDE / LA VOZ

GALICIA

Los veteranos destacan en el tradicional concurso de tirachinas de Melide

20 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Parecen inofensivos con su aspecto de jubilados, su pelo blanco, barriguita cervecera, mirada cansada... pero cuidado. No se pongan a tiro porque, con el tirapiedras en la mano son unos artistas. Ayer hicieron un alarde en el campeonato que se celebra anualmente en Melide y allí se les vio atinar con una canica y desde una distancia de diez metros a una chapa de cuatro centímetros de diámetro. Jubilados sí, pero algunos de los chavales más gamberretes del pueblo

aún dirimen medio siglo después quién es el mejor manejando el tirachinas.

«Oxalá puidera devolverlle a vida a todos os paxaros que matei», dice Manolo Charrancas, responsable de la Asociación Galega do Xogo Popular e Tradicional, que organiza anualmente el campeonato de Melide. En el de ayer se juntaron 57 tiradores, entre niños y adultos. Iago Álvarez fue el ganador en la competición infantil mientras que los mayores protagonizaron una competición reñida e intensa. Y tiene su aquel ver a estos señores mayores sacar sus tirachinas y disparar como si estuvieran en los juegos olímpicos.

Manolo Mato, un melidense de 71 años emigrado en Bilbao y que al final se haría con el primer puesto, admitía que sí, que es un poco vergonzoso: «Lo malo es que no se puede practicar, porque si coges el tirachinas y vas por ahí a entrenarte, la gente se cree que te has vuelto loco». Pero sin practicar, Manolo se hizo con el primer puesto tras imponerse en el desempate a otro especialista, José Cajide, padre el chaval que había quedado tercero en la competición infantil y yerno del señor Guillermo, que con 81 años le faltó el canto de un duro para meterse entre los mejores: «Es que ellos practican», comentaban en el entorno del campeón.

La competición atrae cada año a un número mayor de tiradores y de público. Ayer se apuntó incluso una pareja de coreanos que estaban haciendo el Camino de Santiago. Él se llama Hong y no acertó en ninguno de sus lanzamientos con el sa chung, que, según dijo, es como llaman al tirachinas (universal instrumento) en su país. Su compañera, Yun, tuvo algo más de puntería y se llevó una cerrada ovación del público las dos veces que le dio a la chapa más grande.

Mientras los tiradores iban buscando su fortuna, en algunos corros se podían escuchar aventuras del pasado; cómo se libraban batallas por pandillas: «E non crea que apuntabamos ás pernas, non. Tirabamos á cabeza», dice uno. Otro niega que utilizara nunca el «arma» contra otros chavales, solo contra los pájaros. Hablan de cómo se debe construir un buen tirachinas. Lo que no se puede adquirir es el talento para usarlo: «Aquí es todo tacto -dice Manolo, el ganador-. El ojo no sirve de mucho». Pero por si acaso, ya saben, no se pongan a tiro.