Esa extraña forma de tributar

Manuel Lago ECONOMISTA CC. OO.

GALICIA

10 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

En España tenemos un gravísimo problema con la fiscalidad, porque con las mismas figuras tributarias que en los demás países de la Unión Europea y con tipos impositivos entre los más altos, la recaudación fiscal está 10 puntos de PIB por debajo de la media. Pagando la mayoría de los ciudadanos los mismos impuestos que un alemán, el Estado deja de recaudar 100.000 millones de euros cada año, una cifra enorme que cubriría todo el déficit, nos ahorraría los recortes y hasta podríamos desarrollar algo más nuestro débil Estado de bienestar.

Lo que explica, que no justifica, este agujero en la recaudación es el fraude y la ingeniería fiscal. Fraude de los que directamente oculta una parte de sus ingresos. Ingeniería fiscal la de los que utilizan la amplia variedad de medidas, como la falsa imputación de gastos, las desgravaciones, los trucos contables, etc? para reducir su carga fiscal. Un ejemplo paradigmático es el de las grandes multinacionales españolas que consolidan balances y que consiguen que el tipo efectivo que pagan en el impuesto de sociedades sea del 5 % y no del 30 % que marca la norma tributaria.

Por eso es tan grave el mal ejemplo de los diputados, esa extraña forma en la que tributan. No hacen fraude pero hacen ingeniería fiscal, una práctica inaceptable en cualquier momento pero más si cabe en la situación de angustia económica en la que viven la mayoría de los que los votan. No puede ser que los encargados de velar por el cumplimiento de lo público, los representantes de la soberanía popular, tributen menos que el resto de los ciudadanos para niveles de renta similares.

En realidad es el propio debate lo que resulta incomprensible en sí mismo, porque no hay nada que discutir. Un diputado tiene que tener un salario alto acorde con sus altas responsabilidades, que no tiene por qué disimularse detrás de gastos, dietas o desplazamientos, y ese salario, en su integridad, tiene que tributar por el tipo de IRPF que le corresponde. Exactamente como cualquier otro ciudadano.

No hacerlo así y no hacerlo ya es ser cómplice de esa (in)cultura fiscal que tan elevados costes tiene para todos.