La risa floja del cacique

GALICIA

05 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La risa de Baltar padre dura ya 37 años, desde que en 1976 llegó a la alcaldía de Nogueira de Ramuín. Ayer esa risa se coló en los hogares de media España. El expresidente de la Diputación de Ourense se carcajeaba de la querella que le plantó el fiscal por 115 contratos realizados supuestamente a dedo. Se reía contando que él ya se inhabilitó a sí mismo cuando dejó el cargo. Se reía de la Justicia. Se reía de Ourense... Baltar alcanzó notoriedad cuando contrató a 16 porteros para vigilar tres puertas de un edificio público. Entre firma y firma, Baltar padre tocaba el trombón. Y su partido, que como todos hace gala de incorruptible, en lugar de expedientarlo o de expulsarlo decidió reírle los chistes. Baltar se creció y llegó a autoproclamarse el cacique bueno, y lo peor es que está convencido de que existe el buen cacique. Lo que fue Baltar y lo que queda de baltarismo retratan perfectamente esta tragedia llamada clase política. Su risa floja y la de todos los Baltares y aprendices de Baltares de este país resonaban también ayer en la encuesta del CIS, que sitúa a los políticos a una altura aún más baja que el betún de los zapatos. Por ellos. Los que nos han llevado, entre risas, adonde estamos.