¿El final del diputado provincial?

Albino Prada
Albino Prada CELTAS CORTOS

GALICIA

28 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

La reciente propuesta del presidente de la Xunta de reducir de 75 a 61 el número de diputados del Parlamento de Galicia además de adecuada por razones de eficiencia y ahorro, constituye una ocasión de oro para mejorar la equidad y proporcionalidad democrática del proceso electoral. Porque si meramente se pasase de elegir 75 diputados por cuatro provincias, a escoger 61 con un reparto que mantuviese los pesos provinciales actuales, aumentaríamos la actual discriminación en el coste de votos por diputado. Mi voto en Pontevedra vale menos que si lo ejerciese en Ourense, y el de usted que me lee en A Coruña menos que si lo ejerciese en Lugo. Eso se agravaría aún más.

Es por tanto una excelente ocasión para hacer desaparecer tal inequidad y elegir los 61 diputados que propone el presidente de la Xunta en una circunscripción única gallega. Todos los votos tendrían así el mismo peso. Además si de lo que se trata es de un Parlamento gallego no entiendo yo el uso del ámbito provincial. Ya sé que eso viene de muy lejos. Pero me temo que vamos a tener que elegir entre hacer desaparecer las provincias (y todos sus chiringuitos anexos) o disolver las autonomías. Y yo me inclino por lo primero. Por razones obvias de modernidad y de una escala adaptada a la España de hoy. Y porque si la troika (FMI, BCE, Comisión) nos obliga, más pronto que tarde, a cambiar la Constitución para poner al día este tipo de asuntos, y así modernizarnos y superar ancestrales sistemas de clientelismo y despilfarro, sería bueno que nosotros tuviésemos un proyecto a la altura de las circunstancias.

Desaparecerían así, no solo en Galicia, las elecciones por circunscripciones electorales provinciales y pasarían a serlo por comunidad autónoma. Incluso me atrevo a sostener que para el Parlamento español (no digamos para el Senado, donde, de existir, es una obviedad que la circunscripción debiera ser federal regional) el actual reparto provincial de escaños (también para menos diputados) por comunidades autónomas, asignado a distritos autonómicos, reduciría la actual asimetría en el peso del voto entre un votante de Ávila y uno de Madrid, o entre uno de Huesca y uno de Barcelona.

Sería hacer, lo que se dice, de la necesidad virtud. Para simplificar y actualizar el mapa territorial de nuestra Administración. Con muchos menos ayuntamientos y sin provincias. Sería el final del ancestral y entrañable diputado provincial. Y como efecto colateral de una burbuja financiero-inmobiliaria. No estaría nada mal. Que descanse en paz.