Recuerda que la religión musulmana manda únicamente que la mujer tape la cabeza, permitiendo mostrar la cara y las manos, pero que hay algunos que van más allá en la interpretación del precepto y reclaman el burka. «Aunque no compartimos ese extremo, en el marco de la libertad religiosa que existe debemos mantener el respeto hacia los símbolos y mandamientos», comenta. Por ello lanza al responsable del Gobierno francés varias preguntas: «¿Qué es lo que quiere hacer? Cada día aparece con ideas nuevas en una sociedad con cinco millones de seguidores del islam. ¿Va a prohibir a las monjas llevar sus vestimentas religiosas?».
A su juicio, hay problemas mucho mayores como lo que ocurre en la ciudad santa de Jerusalén o el cerco a la ciudad de Gaza. «En relación a eso -comenta- nadie dice una palabra».