«No dejaremos que esta gentuza recupere ahora su patrimonio»

GALICIA

La pionera del asociacionismo contra la droga en Galicia afirma que la «toma» del pazo de Baión debe ser solo un primer paso

25 jul 2008 . Actualizado a las 02:24 h.

La resaca de la apertura del pazo de Baión no aturde a Carmen Avendaño, que no parece dispuesta a dormirse en los laureles del simbolismo y la autocomplacencia fácil.

-¿Qué le pasó por la cabeza al abrir las puertas de Baión?

-Lo que sentí fue curioso. Un sentimiento de años de lucha y de haber conseguido una meta, un símbolo, y por otro lado el recuerdo de muchos compañeros desaparecidos. Ese sentimiento encontrado... y un enorme sentido de la responsabilidad, de dejar bien plasmado de forma rigurosa el sentimiento de tantas familias en la pelea.

-Esto sucede ahora, transcurridos más de veinte años desde los primeros golpes al tabaco. ¿No va todo muy lento?

-Es cierto, pero hay que tener paciencia. Sabemos que la Justicia es una maquinaria lenta y difícil de poner en marcha, pero, una vez que se pone a andar, aplasta. Yo espero que esto se pueda agilizar. El de Baión es un primer proceso, creo que muy visual para la sociedad. Una visión de lo que realmente se puede conseguir con la ley y con el Estado de derecho. A partir de ahora creo que los procesos pueden ser más ligeros. Estaremos ahí constantemente.

-¿Qué ha cambiado en este tiempo? Menos jeringas pero más billetes, más pastillas...

-La forma del consumo desde los setenta y tantos, los ochenta, y el perfil del drogodependiente han cambiado completamente. Hay cosas positivas y negativas. Por aquel entonces el consumo de heroína a través de jeringuillas estaba muy socializado, los chavales estaban en grupos, en las calles, eran detectables y se los convirtió en los culpables de todos los males de la sociedad. Incluso desde las instituciones se fomentaba la idea de que provenían de familias marginales. No era cierto. La droga afectó a las familias más fuertes y poderosas de Galicia. Pero, claro, sus hijos se drogaban en los chalés, los chavales del barrio lo hacían en la calle. Se trató de ocultar el problema, las familias poderosas se cubrieron la cabeza. La clase media, en cambio, nos organizamos.

-¿Y ahora?

-Ahora el consumo es más esporádico, semanal, y no es tan visible, sobre todo de alcohol y alguna raya de coca. No se detecta marginalidad, pero yo acabo de tratar un problema muy gordo, en Vigo, de un chaval que consume cocaína y quiso ahorcar a su madre. Estas situaciones no se visualizan tanto socialmente y, como antes, a nadie le gusta que se sepa. Pero ocultar el problema no es bueno, ni para las familias ni para la sociedad. Ahora, afortunadamente, hay muchos más recursos.

-Y, sin embargo, acabamos de ver que gente del clan de Charlín recupera parte de su patrimonio embargado a través de una subasta. ¿No es para caer en el desánimo?

-Aquí lo que se da es una contradicción terrible entre el poder legislativo y el judicial. Por un lado se aprueba una ley en 1995 en el Congreso por la que los bienes de quienes se ha demostrado que se dedican al narcotráfico serán embargados para pasar al propio Estado. Pero, como ellos tienen muy buenos bufetes de abogados y dinero que no les duele, recurren una de las sentencias. Y al final consiguen que se considere que tienen el mismo derecho que cualquier otro ciudadano a acudir a las subastas de esos bienes que les habían sido embargados. Charlín presume ya de que va a ser propietario de nuevo de todo. El Estado tiene que poner medios. Si no, nos veremos obligados a personarnos en las subastas. No dejaremos que esta gentuza recupere ahora su patrimonio.