Pocos reconocerían hoy al José María Barja (Mondoñedo, 1951) que hace cuatro años ganó las elecciones a rector de la Universidade da Coruña (UDC), y tomó el relevo de José Luis Meilán Gil. Por aquel entonces, Barja era decano de la Facultade de Informática, centro en el que consiguió que más del 40% del alumnado acudiese a las urnas (un hecho insólito en la historia de la UDC).
Al principio de su mandato, no faltaron las críticas sobre su falta de experiencia al frente de una gran institución, e incluso su poca facilidad de palabra para intervenir en actos públicos. Sin embargo, poco a poco, Barja se fue afianzando, y con la ayuda de su equipo dio un golpe de timón a la Universidad.
Su primer paso, y del que siempre hace gala, fue apostar por la transparencia. Todos los números que se manejan en la UDC están al alcance de cualquiera que acceda a su página web, «hasta as contas máis pequenas», recuerda siempre. El segundo: la participación. Barja siempre ha afirmado que mantiene sus puertas abiertas, «porque aquí non preguntamos quen es, senón que fas».
Catedrático de Álgebra, muy aficionado a la lectura y con una extraña curiosidad por conocer los códigos de barras de todos los productos, José María Barja siempre ha defendido que los rectores de la UDC necesitan dos mandatos para hacer realidad sus proyectos. Él tiene la oportunidad de hacerlo ahora. Y es que se ha marcado como metas integrar de la mejor forma posible a la UDC en el espacio europeo de enseñanza superior, mejorar y fomentar el transporte universitario, y conseguir que el parque tecnológico se convierta «no centro estratéxico da comarca e de Galicia».