Rescatan a dos pasajeros de un yate holandés a la deriva

Á.?M. Castiñeira A CORUÑA

GALICIA

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La embarcación se quedó sin gobierno a 20 millas de cabo Vilán La tripulación permaneció a bordo mientras el «Don Inda» remolcó la nave hasta Muros

17 mar 2007 . Actualizado a las 06:00 h.

Hans de Ridder y Eloy Vaquerizo Foekens se dirigían a Curazao, en el Caribe, pero terminaron en otro Caribe: en el hostal coruñés de ese nombre, donde se alojaron estos dos holandeses ayer tras ser rescatados por el Helimer . Viajaban en el Zelandia, un yate con bandera de la misma nacionalidad que tuvo una avería en el timón a 20 millas al noroeste de cabo Vilán y se quedó sin gobierno. El barco partió del puerto holandés de Ijmuiden el pasado lunes, y hasta la madrugada de ayer la travesía había sido tan placentera como lo esperaban los cinco amigos que viajaban en él. Pero pasada la medianoche la situación se complicó hasta el punto de que, a las tres y media de la mañana, el capitán decidió que sería mejor enviar una señal de socorro y que los servicios de rescate evacuasen a los dos pasajeros. A esa hora «las olas pasaban por encima del yate. El agua entraba por todos lados. Me daba un miedo... ¡Ay, madre!», dice Vaquerizo entre risas, ya pasado el susto. El hombre, de 28 años, es de padre toledano, aunque lleva toda la vida viviendo en los Países Bajos. A diferencia del pasaje, el capitán, el propietario y el maquinista optaron, como tripulantes, por permanecer en la nave, que finalmente fue remolcada por el Don Inda hasta el puerto de Muros. «El capitán nos dijo que nos pusiéramos los salvavidas y llamó al guardacostas. Nos recogieron a las cinco, más o menos. Bajó un hombre del helicóptero y nosotros saltamos al mar. Después nos subieron de uno en uno por una cuerda», cuenta Vaquerizo. Asegura que está muy agradecido a sus rescatadores, y no sólo porque lo evacuasen: «Venía descalzo, y uno del helicóptero me dio las zapatillas que llevo puestas». Su compañero de aventuras explica que tenían previsto llegar a las Antillas Holandesas al cabo de un mes. «Desde donde estamos ahora, tardaremos unas tres semanas. Pero no tenemos prisa: íbamos a hacer escala en Canarias y en Barbados. Nosotros somos muy tranquilos». Ambos coinciden en que el objetivo de la travesía era «ver mundo en compañía de unos amigos». De hecho, Vaquerizo, el más joven, comenta que era la primera vez que salía «a mar abierto». Barco antiguo De Ridder, por su parte, dice que el Zelandia, de 37 metros de eslora, «se construyó hace unos cincuenta años», pero se muestra convencido de que es «un buen barco». Antes de ser remodelado para usos recreativos, el yate «fue primero un barco para transportar mercancías, y después lo reconvirtieron en un pesquero». A pesar del miedo que pasaron mientras estaban a merced de las olas, los dos lobos de mar lo tienen claro: «Cuando reparen el Zelandia continuaremos el viaje hasta Curazao».