El temor a un nuevo tsunami desató el pánico tras el temblor en la isla de Java

Bhimanto Suwastoyo YAKARTA

GALICIA

El seísmo, de magnitud 6,2, desató el pánico ante el temor a un nuevo tsunami Los desplazados se cifran en más de 200.000 y la región no cuenta con suministro eléctrico

27 may 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Más de 3.000 personas murieron y varios miles resultaron heridas en el violento terremoto que ayer sacudió la isla de Java, una región densamente poblada de Indonesia, según el último balance del Ministerio de Asuntos Sociales. Esta catástrofe es la peor que vive el archipiélago indonesio desde el tsunami del 26 de diciembre del 2004, que dejó 168.000 muertos sólo en Sumatra. El seísmo se registró en el sur de la gran ciudad universitaria de Yogyakarta, una región densamente habitada, a poca distancia del volcán Merapi, que actualmente está en actividad. Una investigadora francesa que se encontraba en la zona relató que había oído «un gran rugido» seguido por escenas de pánico provocadas por el temor a un nuevo tsunami y a la erupción del Merapi. «La casa tembló, daba la sensación de que los muros se movían como si fuesen de cartón. Duró unos 10 segundos. Cuando salimos, vimos encima del volcán una erupción más importante que las anteriores», declaró Pauline Texier, de 24 años. «La gente gritaba '¡tsunami tsunami!' y corrían descalzos, (huían) en bicicleta, moto, en becak (bicitaxi). El pánico duró entre media hora y tres cuartos de hora», agregó. El terremoto, de magnitud 6,2 en la escala de Richter, se produjo a las 5.53 horas locales (cinco menos en España) y su epicentro fue localizado a 37,6 kilómetros al sur de Yogyakarta, según la Agencia de Sismología. Hospitales desbordados Según los servicios médicos que trabajan en la zona, el balance de 3.000 muertos amenaza con aumentar considerablemente, pues los heridos debían esperar varias horas antes de ser atendidos en los desbordados hospitales. Centenares de personas con fracturas y contusiones yacían incluso sobre el suelo de los hospitales. Los cadáveres eran envueltos en un simple trozo de tela y alineados en morgues improvisadas. Además, multitud de personas trataban, a última hora de ayer (madrugada ya en la zona del desastre), de rescatar heridos entre los escombros de las frágiles construcciones que proliferan en la región. Según los datos difundidos a través de oenegés, más de 4.000 viviendas han quedado total o parcialmente destruidas, sobre todo en el distrito de Bantul (sur de Yogyarkarta). Cruz Roja Internacional cifra en 200.000 el número de damnificados desplazados como consecuencia de esta catástrofe y asegura que la necesidad más acuciante es la obtención de plasma para transfusiones. La recepción de ayuda se ve dificultada por los problemas en el aeropuerto de Yogyakarta, cuya zona de embarque ha quedado destruida, provocando al cierre del aeródromo. Las comunicaciones telefónicas también han quedado cortadas o están perturbadas, así como el suministro eléctrico, según el jefe de la policía de Yogyakarta, Ari Purnomo. En el Indico, a una treintena de kilómetros al sur de Yogyakarta, centenares de familias huyeron al propagarse los rumores de un nuevo tsunami. El presidente indonesio, Susilo Bambang Yudhoyono, visitó por la tarde la zona afectada. «La primera prioridad es salvar vidas, cuidar a los heridos», explicó.