Francia vigila a sus lobos

Cristóbal Ramírez

GALICIA

PASCAL GUYOT

Agricultores y ecologistas piden cuentas al Gobierno francés por su postura en los casos de ataques de lobos, pues autoriza de forma excepcional las cacerías controladas

17 ene 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

A expensas de conocer los datos del recién finiquitado año 2004, el dato más fiable que existe se refiere al 2003 y asciende a 508 ataques. Ni uno más, ni uno menos. Eso es lo que afirma el Gobierno francés cuando los agricultores y ecologistas le piden cuentas sobre lo que han hecho los lobos en el país galo y la actuación que ha tenido la Administración al respecto. Una cifra, la de 508, que para los primeros es una barbaridad y, en opinión de los segundos, asumible sin problemas por parte del erario público, que es quien paga las correspondientes compensaciones por los daños ocasionados. El ministro de Economía autorizó «de manera excepcional» la muerte de cuatro ejemplares, y eso a pesar de que el lobo está declarado especie protegida en Francia. Los prefectos (una figura que es homologable a los delegados del Gobierno que existen en las comunidades autónomas españolas) de los Alpes-de-Haute-Provence, de los Hautes-Alpes y de los Alpes Marítimos tienen permiso para organizar una cacería «en caso de ataques repetidos, porque no se trata de regular la población sino de disminuir la presión en algunos sectores», en palabras textuales del ministro. Cinco regiones El número de ejemplares de lobos se sitúa muy abajo: en todo el país no viven menos de 37 ni más de 55, todos ellos concentrados en cinco regiones que para el español de a pie se concentran en una sola: los Alpes. Todos los animales están literalmente fichados por los expertos: existen un total de once poblaciones estables identificadas y dos más que están en fase de formación o móviles. El lobo reapareció en 1992 en los Alpes franceses, adonde llegó procedente de Italia. El número de víctimas, que por lo general son ovejas y nunca seres humanos, se ha ido a las nubes antes de decrecer levemente a partir del año 2002, al mismo tiempo que las autoridades ponían en marcha diversas medidas de protección. «El ministro ha revisado su posición y veo con agrado esta orientación nueva», se apresuró a declarar el presidente de la Federación Ovina de Provence-Alpes-Côte d'Azur, quien añadió que «el que se pueda matar cuatro lobos es algo totalmente insuficiente para disminuir la presión sobre el ganado ovino, hablamos de una cifra mínima». En el otro lado, están las opiniones de las asociaciones ecologistas sobre este asunto. Tres de las mayores registradas en Francia, (WWWF, France Nature Environnement y Ferus) mantienen un discurso moderado al respecto. Por supuesto que todas condenan las cacerías, pero, al mismo tiempo, se felicitan de que el ministro galo haya adoptado la postura de defender la convivencia entre ganaderos y lobos, en lugar de abogar por el extermino de estos últimos. Claro que no todas las agrupaciones piensan de esta manera: la Asociación para la Protección de los Animales Salvajes ha anunciado que denunciarán las medidas ministeriales francesas no sólo ante los tribunales de su país, sino también ante las más altas instituciones europeas. En Francia, como en Galicia, el lobo sigue levantando pasiones.