John Kerry gana... en el béisbol

Tomás García

GALICIA

LUKE FRAZZA | AFP

Las hazañas deportivas de los Red Sox en el campeonato de béisbol impulsan al candidato demócrata, hincha de un equipo que hace 86 años que no gana la final

25 oct 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

Ocurrió en el segundo debate presidencial entre Bush y Kerry, celebrado en San Luis el pasado 8 de octubre. El presidente chinchaba con el recurrente tema de que la mujer del aspirante tiene más duros que Alemania y el senador por Boston replicó con un sorprendente argumento: «En estos cuatro años, usted no ha vivido en la realidad. Eso está bien si se es un pobre fan de los Red Sox como yo -vino a decir Kerry-, pero usted es el presidente de todos los norteamericanos. La referencia del candidato republicano al club de sus amores fue recibida con entusiasmo entre la hinchada de Boston, pero algún analista televisivo llegó a considerarla un suicidio político en un país que vive para el béisbol. Confesarse de los Calcetines Rojos en Estados Unidos es mucho peor que ser del Atleti en España, casi como ser del Alcoyano. La explicación tiene mucho que ver con la historia de este equipo centenario. En 1914, en plena expansión del béisbol, el equipo de Boston contrató a un imberbe jugador de Baltimore de 19 años llamado George Herman Ruth. La inversión fue rentable: el rapaz bateaba como nadie y en apenas cinco años los Sox ganaron en tres ocasiones las denominadas Series Mundiales, los play-off por el título, convirtiéndose así en el equipo de moda. Cuatro años después, Nueva York comenzaba a alumbrar un nuevo proyecto de club, los Yankees , y sus directivos acudieron con pasta fresca a su rival de Boston para llevarse a la joven perla. La operación parecía imposible, pero Harry Frazee, el dueño del equipo bostoniano, necesitaba dólares para financiarle a su novia una obra musical en Broadway, así que aceptó 125.000 dólares por el chaval y se lo vendió al equipo neoyorquino. La leyenda dice que el disgusto de Babe Ruth fue tan gordo que al marcharse dejó dicho: «Haré todo lo posible para que Boston no vuelva a ganar las Series Mundiales». Y seguro que entonces no imaginaba hasta cuándo iba a durar su maldición. La realidad fue que Ruth convirtió a los Yankees en el equipo más laureado de la historia, con 27 campeonatos, y que en el año 2000, 52 después de su temprana muerte, fue considerado por los medios estadounidenses como el mejor deportista del siglo XX. En la acera de enfrente, las cifras fueron bien distintas: en 86 años, los Sox sólo jugaron cinco finales y no ganaron ninguna. El descalabro de aquel mítico equipo ha quedado registrado en los anales del béisbol americano como «la maldición de Babe Ruth». Cambio de rumbo Hace dos semanas, cuando John Kerry hizo aquella declaración de intenciones ante George Bush, nada hacía prever que la historia fuera a cambiar de rumbo. Los Sox jugaban los cuartos de final contra los Angels de Anaheim, campeones en el 2002 y, en el supuesto de pasar, en la siguiente ronda les esperaba su bestia negra: los todopoderosos Yankees. Los Angels fueron pan comido, pero los tres primeros partidos de la serie con los neoyorquinos se contaron en otras tantas derrotas. Aún así, Kerry siguió forjando su imagen de perdedor y resistió todos los encuentros frente al televisor -convenientemente rodeado periodistas- en lo que parecía iba acabar siendo un nuevo episodio de «la maldición de Babe Ruth». Pero entonces sucedió algo histórico. Los Sox ganaron los siguientes cuatro partidos de la serie y eliminaron a los Yankees . Esta semana se juega la final, entre el equipo de Boston y los Cardenales de San Luis. Ayer, de madrugada, los Sox ganaron su segundo partido, por lo que quedan a sólo dos victorias de un título que no consiguen desde 1918. La hazaña de los Calcetines Rojos está monopolizando los informativos del país, y muchos analistas televisivos vinculan el hipotético fin de la maldición al apoyo del candidato demócrata. Está por ver qué tiene que decir el viejo Ruth en las elecciones del próximo martes.