Paco Costas: «Yo a los anuncios de coches les llamo la viagra motorizada»

GALICIA

BENITO ORDOÑEZ

La Voz entrevistó al experto en seguridad vial en el 2003. Tras toda una vida divulgando el mundo del automóvil, Paco Costas critica la cuantía de las multas, a los bebedores adultos, y asegura que «ir a 240 es fácil, lo difícil es parar»

13 jul 2018 . Actualizado a las 11:22 h.

Empieza el programa: un Jaguar fabuloso se empotra a 120 kilómetros por hora contra una piedra descomunal chantada en la carretera. Una voz peculiar (Paco Costas) rompe el silencio: «El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra». Es La segunda oportunidad, el programa estrella de 1977, el que le dio la fama, educativo, vendido a 40 países, nada que ver con el desternillante Todo es posible en domingo que este gallego compartió con Tip y Coll y otros padres de la televisión. Dice que son sus dos mejores experiencias y deben de tener su importancia en vista de lo que hizo después. De la fórmula 1 a la ambulancia de Galapagar, de la TV a la radio, de la prensa a Internet. Siempre con los coches a vueltas.

-¿De dónde le viene?

-De las zapatillas de goma de neumático que gastaba en la guerra, ja ja; mi madre, que era una gallega de armas tomar, conducía una Citroën hasta el frente de Guadalajara. Luego entré de aprendiz cuando se construía Barajas y les compraba cigarrillos a los camioneros para que me dejaran conducir. Aprendí con 14 años, con cuatro guardias por cada 20 coches en Madrid.

-Como ahora

-Es tremendo, cada vez me gusta más mi bici... ¡Ay va, se ha ido a la luz! ¡Una tormenta! Tranquilo, Lucas (al perro), debe de creer que viene Bin Laden. ¡Calla, tontolaba!

-En Coruña estamos igual ¿Qué coche tiene?

-Un Ford K de mi mujer, un Freelander para ir al monte y un Jaguar de 14 años. Para mí ya son sólo instrumentos.

-Por eso tiene un Jaguar

-No, tienen una vitola especial, pero el mío no vale nada. Me gustan aquellos de los 50, los Cadillac automáticos, los Chevrolet bala, quedan muchos en Cuba, pero por un Ferrari no doy un duro, ni por un Bentley, un Audi, nada.

-¿Cuántos coches hay?

-Una barbaridad, 22 millones. Yo entiendo que para muchos son la manifestación de su estatus, pero es una locura; sales del concesionario y ya cuestan un 40% menos.

-¿Y es normal que lleguen a todos lados, a la orilla del mar por no ir más lejos?

-Es una invasión, y la gente, muy poco respetuosa.

-¿Por qué van a 200 si el límite de velocidad es 120?

-Porque hay intereses.

-Y Tráfico pasa...

-¡Qué va a hacer! La clave está en los políticos, ellos manejan nuestra vida con sus ansias de poder, de dar órdenes y pintar la mona. A Tráfico le faltan recursos.

-¿Y usted a cuánto fue?

-En Las Landas, una vez, a 160. El policía se puso a mi altura y señaló mi velocímetro, pero no me multó. En circuito, a 240: es fácil ir a 240, lo hace un niño, lo difícil es parar. Se explaya en las leyes físicas, tiempo, espacio, inercia.

-El kit del conductor ya incluye chalecos reflectantes. ¿Qué le parece?

-Los chalecos son importantes, y el cinturón, y el alcohol. ¿Cuántos se beben dos güisquis antes de comer? Y luego hablan de los jóvenes... Lo malo son las multas, que no se corresponden con la economía de este país.

-¿Y los anuncios de TV?

-Bueno, yo les llamo la viagra motorizada, son humillantes para la mujer, ¿no? Otros incitan a la velocidad de modo exagerado, pero claro, los fabricantes prefieren pagar multas millonarias y seguir emitiéndolos.

Paco Costas pregunta por el chapapote. Quiso venir a Galicia de conductor de ambulancia, pero había tal abarrote en Cruz Roja que no pudo ser. Se despide con los mitos: Jim Clark, «la leyenda»; Ayrton Senna, «un tío de otro mundo, tengo fotos con él y se salía del cuadro»; al final, su cantaora: «pero qué pellizco la Paquera de Jerez».