M. SÍO DOPESO VIGO Primero entró el Bribón, el velero que patronea el monarca; una hora más tarde lanzó amarras en la bahía de Baiona el Fortuna, ¡pedazo de yate de la casa Real! Y hora y media más tarde llegó el Rey, a bordo de una embarcación de los astilleros vigueses Rodman Poliships. Nada más aterrizar en Peinador para participar en la regata Príncipe de Asturias -es la primera vez que compite en Galicia-, el monarca se fue a visitar a su amigo Manuel Rodríguez, propietario del astillero. Allí le esperaban Alfonso Paz Andrade y el armador Fernando García del Valle, para acompañarle en una travesía de casi tres cuartos de hora por la Ría de Vigo, en la que el Rey conversó animadamente y recordó divertidas anécdotas de sus tiempos de guardiamarina en Galicia. Un saludable bronceado El monarca pisó tierra en Baiona luciendo un saludable bronceado. Vestía camisa azul clara remangada hasta los codos, pantalón de pinzas de color tostado y zapatos marrones, muy en su estilo mitad clásico mitad informal. En el pantalán le aguardaban el presidente y la directiva del Club de Yates, y el alcalde de Baiona, quienes acompañaron al monarca hasta el salón del Club, para obsequiarle con una copa de bienvenida. Todo sucedió en apenas cinco minutos. Momentos antes, la prensa, acorralada en una esquina del pantalán, había sido advertida: «Nada de preguntas». Por ese motivo, lo único que pudimos oír de Don Juan Carlos fue un cordial «Buenas tardes». Eva Sannum tendrá que esperar. Quienes tuvieron suerte fueron unas niñas que, ajenas al acontecimiento, jugaban a tirarse de cabeza desde el muelle: «Qué ¿está muy fría el agua?», les preguntó el monarca. Ellas enmudecieron. Hoy, primer día de competición de la regata, el Rey navegará desde las doce de la mañana hasta las ocho de la tarde y después cenará en el Club de Yates. El sábado asistirá a una cena marinera y el domingo presidirá la entrega de premios.