Laureano Oubiña fue capturado en Grecia tras ser localizado por la policía española

J. Á. F. A CORUÑA

GALICIA

Se acabó el periplo. El más célebre de los narcotraficantes gallegos ya durmió ayer entre rejas, en un cárcel ateniense. La policía griega lo detuvo en un hotel de la isla de Eubea con papeles falsos. El «capo» gallego no estaba solo. Le acompañaba su hijastro David Pérez Lago, actualmente en situación de libertad provisional bajo fianza de 25 millones de pesetas por su presunta implicación en la organización del transporte de quince toneladas de hachís por el que la policía pretendía detener a Oubiña cuando huyó de sus domicilios, hace ahora trece meses.

31 oct 2000 . Actualizado a las 06:00 h.

Los detenidos pueden ser entregados a la Justicia española en cuestión de días, si los dos apresados prestan su conformidad. Fuentes policiales griegas confirmaron a última hora de la tarde de ayer que Laureano Oubiña había sido detenido de madrugada en la isla griega de Eubea, a noventa kilómetros al norte de Atenas, en compañía de su hijo, aunque fuentes policiales españolas precisaron que se trata de su hijastro David Pérez Lago. Los Oubiña se encontraban alojados en un hotel de la ciudad de Chalkidas, donde, al parecer, se registraron con pasaportes españoles falsos, por lo que, de entrada, fueron puestos a disposición del fiscal de dicha ciudad. En la localización de Laureano Oubiña jugó un papel clave la intensa labor de investigación desarrollada por la Unidad Central de Estupefacientes de España, que tenía al capo arousano entre sus objetivos prioritarios desde hace siete meses, cuando consiguió fugarse después de haber pasado casi un mes detenido en la frontera alemano-suiza. Todo apunta a que para llegar a Oubiña la policía no tuvo más que seguir los pasos a su hijastro, un personaje que, según fuentes de la investigación, podría estar incluso más implicado que el propio Laureano Oubiña en la organización del transporte de los 15.000 kilos de hachís confiscados por el SVA a bordo del Regina Maris. Una vez localizado _al parecer, los agentes españoles llevaban ya una semana en Grecia_, el resto era fácil. Sólo había que recabar la colaboración de la policía griega, vía Interpol.