Los futboleros reclamábamos una intervención tecnológica. En un tiempo donde todo es inmediato y en continuo desarrollo digital, parecía que el fútbol renunciaba a un avance que fuera capaz de corregir los desaciertos que sucedían cada jornada. Pensábamos que con la llegada de esta herramienta se solucionarían las injusticias futbolísticas que conducían a unos lunes convulsos donde todos solicitaban reparar los daños producidos y recuperar los puntos hurtados. Se sucedían los comunicados por actuaciones siniestras que delataban una persecución arbitral hacia los colores del equipo de turno. Llegó el VAR, y los comunicados, las ruedas de prensa reclamando lo indebidamente sancionado o sin sancionar, continúan.
Las expectativas eran altas y no se están cumpliendo. Con seguridad necesita pulirse y ajustarse. Teníamos la esperanza de reducir la polémica y esta se ha incrementado de manera extraordinaria. Puede que el fútbol necesite de la discusión para seguir alimentando una industria que crece sin cesar. Incluso los clubs más potentes y de mayor presupuesto se sienten maltratados con esta aplicación y eso que su Var es de altas prestaciones, así que poco que decir de los que tenemos el VAR económico en Primera RFEF.
Yago Iglesias en rueda de prensa posterior al partido en Guadalajara se sumó a la protesta y comentó que tenían un código interno para que los jugadores cercanos a una jugada polémica advirtieran si era oportuna la revisión. Es pertinente porque decidir desde el banquillo si es revisable parece arriesgado, aunque con los dispositivos electrónicos disponibles en el propio banquillo y los ayudantes que se posicionan en la grada, son varios los elementos de consulta. No obstante, la decisión tiene que ser rápida y cuanta más información se tenga, mucho mejor.
El futbolista no finge cuando reclama una acción, luego está la interpretación de si el contacto es suficiente para sancionarla o no, y ahí no hay máquina que pueda resolver ese dilema porque idénticas jugadas, unas se sancionan y otras no, hay detalles subjetivos que no podemos controlar.Me imagino una acción dudosa dentro del área, con seguridad, Gayá y Amo debatirían con Unzueta y Raniero sobre ella y no sé si opinarían lo mismo. El límite para unos sería distinto al de los otros y ahí está lo trascendente.
Cuestión aparte es la velada denuncia que Yago comentó y es que, en un mismo estadio, en función del equipo que juega, haya una mayor cobertura técnica con lo que la posibilidad de visualizar las jugadas dudosas es mayor. Eso me parece injustificable.Sigo creyendo en la imparcialidad y en la voluntad de arbitrar de manera objetiva. Mantengo que a lo largo de la temporada los errores y aciertos se reparten y que la clasificación final depende de los méritos deportivos acumulados. Por mucha tecnología que ayude a minimizar las equivocaciones, los lunes seguirán ocupándose de la polémica del fin de semana.