A cuatro patas

Mercedes Corbillón

FUGAS

«A cuatro patas» es difícil de explicar. El resumen fácil, mujer de 45 felizmente casada hace un viaje en coche y se prenda de guapísimo treintañero también comprometido, no le hace justicia

21 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En el libro que estoy leyendo, hay escenas que provocan excitación, al menos a mí, que soy una señora de cuerpo menopáusico y soliviantable, pero no es en absoluto una novela erótica ni pornográfica, ni creo que la autora buscase ese efecto en los lectores. Simplemente, el sexo está ahí, sin velos ni maquillajes, orgánico, pero dotado de un sentido a descubrir. La protagonista, una «loca del coño», como dice la gran Carmen Magdaleno, intelectualiza todo lo que le sucede, una crisis existencial que en su caso coincide con la perimenopausia, aunque enseguida aprecia que todo el mundo «está en una fase u otra de recuperación».

A cuatro patas es difícil de explicar. El resumen fácil, mujer de 45 felizmente casada hace un viaje en coche y se prenda de guapísimo treintañero también comprometido, no le hace justicia. La novela es profunda y compleja y algo desparramada, pero hasta ahí, cuando se le abren las costuras de tanto peso descontrolado, me gusta. El monólogo interior y exterior de la narradora, que analiza y pregunta a sus amigas, indagadora de lo que significa estar viva y ser mujer y darte cuenta de que solo queda la mitad de la vida y muy pronto esa vida será estar atrapada en un cuerpo muerto para el deseo. Bonito no suena, la verdad. Ella ha descubierto con el joven que el sexo es algo más que un ejercicio que activa la circulación sanguínea. En esa habitación de hotel reformada por ella, una habitación propia, practican un deseo sin consumación porque él no quiere traicionar a su esposa. Es lo más sensual que he leído nunca. «Que algo bello pudiera tocarte la fibra, emocionarte, hacerte caer de hinojos y que luego, de una manera un tanto perversa, sintieras el impulso de follarte esa cosa pura y bella».

Descubre ese «exasperante placer de querer un cuerpo real y específico de la Tierra» y la certeza de que la herida no se cerrará nunca. Le quedará ese cuerpo colgante en búsqueda perpetua que se topará con otros cuerpos de distinto sexo. Desde luego, ningún encuentro corporal es inocuo y nuestra sexualidad tiene un significado. Deberíamos preguntarnos cuál, aunque estemos a cuatro patas, o precisamente por eso.