«Estuve cuatro minutos clínicamente muerto, eso te cambia la vida», confiesa el ilusionista, que regresa a los escenarios el 20 de diciembre con la 9.ª edición del Galicia Magic Fest, en la que se congregarán los mejores magos del mundo
31 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Más magia que nunca. La novena edición del Galicia Magic Fest marca un hito para Pedro Volta (Pontevedra, 1977) y su equipo, ya que por primera vez el festival pasará por 13 ciudades de toda Galicia. El recorrido comienza el 20 de diciembre en el Auditorio Municipal de O Grove y no solo pasa por las grandes ciudades de Galicia, sino también por lugares como Cangas, Narón o Verín. La filosofía siempre es la misma: traer a los mejores magos repartidos a lo largo del mundo y congregarlos en un espectáculo único. Las confirmaciones de este 2025 incluyen a magos de primer nivel como Sang Soom Kim, de Corea del Sur, ganador del premio a la originalidad en el FISM 2018 (Federación Internacional de Sociedades Mágica en Busan); Stuart Macdonald, procedente de Estados Unidos y considerado un maestro para mezclar el humor y el ilusionismo; el argentino Mirko Callaci, que ofrece un show que Pedro define cómo poético y muy acorde a la Navidad; Julius Frack, nacido en Alemania, con el que el mago pontevedrés prepara un truco para cerrar el espectáculo y del que la única pista que ofrece es que involucra a un helicóptero. Pero, sin duda, la estrella de este año es Juliana Chen.
—¿Qué supone contar con su presencia?
—Es una leyenda viva. Fue la primera mujer en el mundo en ganar un premio en una de las disciplinas más importantes, la manipulación, una habilidad en la que haces aparecer cartas con las manos, también hace una performance en la que transforma máscaras en diferentes colores, es muy espectacular. Este año hemos creado un premio honorífico, el Bordón Dourado. El bordón es el bastón representativo del peregrino, así dotamos al galardón de una identidad gallega y lo diferenciamos de otros. Se lo entregaremos a Juliana para honrar su trayectoria.
—¿Cómo ha sido la evolución del festival durante estos últimos años?
—Hemos conseguido crear un show de magia en el que el público pague un precio acorde a las características de este. Cuando empezamos, en el 2016, era muy complicado llenar los teatros, y eso que empezamos yendo a cuatro ciudades, ahora son 13. Ha costado mucho esfuerzo convencer al público para que vaya a ver un espectáculo única y exclusivamente de ilusionismo.
—Con la tecnología actual se pueden crear todo tipo de imágenes. ¿Cómo hace un mago para seguir sorprendiendo al público?
—Una de las publicidades que yo hago este año es que hacemos desaparecer con inteligencia artificial la torre de Hércules, la Peregrina o el puente de Rande, dependiendo de en qué ciudad estemos. En tan solo tres segundos con un buen prompt puedes lograr esta imagen, pero David Copperfield hizo desaparecer la estatua de la Libertad con medios mecánicos, lo consiguió con una cámara delante, y sin posproducción. La experiencia vivida en directo es algo que no puede replicar la inteligencia artificial, y por eso los espectáculos siguen teniendo muy buenos resultados de ventas, porque lo que te sorprende de verdad de un espectáculo de magia, es que lo estás viviendo en directo y no consigas descubrir cómo hacen el ilusionismo.
—¿El público nunca te ha pillado los trucos?
—En un espectáculo de una hora y media algo puede ir mal, ¿no? Algunos efectos de magia dependen de la mecánica, otros de la electrónica y, bueno, pues cuando algo falla, yo creo que el espectador es muy inteligente y entiende que, lógicamente, se ha descubierto el truco. Pero lo importante es que estén entretenidos y disfrutando durante los 90 minutos.
—Como espectador, ¿qué truco de magia te ha impactado más recientemente?
—Uno de los magos que más me han impactado ha sido Eric Chien, que estuvo en la edición número 7. Es el mejor haciendo magia de cerca [estilo de ilusionismo que se realiza a muy corta distancia de los espectadores, involucrándolos directamente en el truco], me sorprende muchísimo su acto por su destreza e ingenio. No me puedo olvidar de Enzo Weyne, un mago francés que me está ayudando con varias cosas del festival. Su acto consiste en teletransportarse de un sitio al otro del escenario en muy pocos segundos, es impresionante.
—Recordando aquellos accidentes que casi te cuestan la vida, ¿cómo cambiaron tu percepción y concepto a nivel artístico?
—Estar cuatro minutos clínicamente muerto te cambia la vida. Si lo analizas es muy fuerte intentar escapar de un tanque de agua con una camisa de fuerza puesta. Mi vida ha estado muy sacrificada con la magia, en un sentido le he dado todo a este arte. Desde aquello mi objetivo principal dentro de un show mágico ya no es generar tensión, sino asombro y que el público alucine con lo que ve.
—¿Qué poder mágico te gustaría tener?
—Ojalá pudiese hacer que la gente se ilusionase mucho por la vida con un chasquido de los dedos. Creo que vivimos en un mundo hostil en muchos casos y demasiado saturado de información y noticias negativas, y esto nos apaga mucho. Entonces, lo que yo haría si tuviese ese poder mágico, es que la gente se despertarse de buen humor y no enfadada. Que todos estuviésemos menos enfrentados y también que la política sirviese para ilusionar a la gente, no enfrentarla.