Dani de la Torre: «Marbella es 'Barbieland', no tiene nada que ver con el perfil del narco en Galicia»

ana abelenda

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Dani de la Torre, director de cine y televisión
Dani de la Torre, director de cine y televisión vicastur

El director de «El desconocido» y «La unidad» nos lleva esta temporada a «Marbella», junto a chavales que van por la vida en Ferrari y en chándal (de 10.000 euros). «Lo primero que hace el narco gallego es ponerle un muro alto a la casa para que nadie vea qué hay ahí dentro. Quizá hubo una Marbella gallega en la época de Sito Miñanco, pero eso les llevó a la destrucción total», dice el cineasta

12 may 2024 . Actualizado a las 19:19 h.

El lunes que Pedro Sánchez comunicaba su decisión tras cinco días de reflexión, Dani de la Torre (Monforte, 1975) comentaba la jugada: «Da para una serie». ¿Qué dirías de este episodio del presidente del Gobierno? «No logro entenderlo. Supongo que todo se ha agriado desde la aparición de las redes sociales, no solo a nivel político, a todos los niveles. Todos tenemos hoy una exposición mucho más bestia», responde. «Al final, más que una cuestión de que un presidente dimita, tendría que haber un pacto de Estado entre todos los partidos de no dividir el país. Hay líneas que no se deberían pasar», argumenta.

Si la tensión política da en España para una serie negra, tendremos que esperar. Mientras, el director monfortino, que se prepara para cumplir los 50 pasando del ruido de las redes sociales, nos invita a ser espectadores de excepción en la rocambolesca Marbella. Cómo vivir a todo trapo sin temerle a la muerte...

—Todas las líneas se traspasan en «Marbella», ¿qué te ha llevado a dirigirla?

—Alberto Marini y yo leímos el artículo de Nacho Carretero y Arturo Lezcano. Nos llamó la atención ya el titular: «Marbella, sede global del crimen organizado». Todo es real, ¡y hay cosas que no hemos metido! Lo rocambolesco que ves ahí ha pasado y sigue pasando.

­—¿Qué hace tan rocambolesca la realidad de las mafias de Marbella?

—Yo, que soy gallego de Monforte, nunca había visto cosa igual; bajar a Puerto Banús y ver a chavales de 30 y 40 años con chándales de 10.000 euros, relojes de 400.000 y Ferraris y Lamborghinis... ¿De dónde sale todo eso? Alguno habrá legal, pero no creo que la mayoría lo sean. ¿Dónde trabajan esos chavales de 30 y 40 años? Andan por allí exhibiéndose con total impunidad, con sus trofeos, sus chicas recauchutadas... Parece que estás en Barbieland. Ves ese ambiente a la luz del día.

­—¿Y el ambiente de la noche?

—Meterse en las discotecas y los beach clubs donde se mueve esta gente asusta. Ves el delirio que provoca el dinero rápido y el conseguir las cosas sea como sea. Ves que se alquilan mesas en discotecas que valen 6.000 euros, y todo es para vivir rápido. Hablando con algunos, nos decían que sabían que su vida iba a ser corta.

­—¿Ley de vida para quien trabaja para el narco?

—Como si el médico te dice que te queda un mes de vida... Ellos saben que tienen poco tiempo y prefieren vivirlo a tope saltándose todas las normas.

­—¿Ahí hay gente normal o todos esos chavales son carne de cañón?

—Son carne de cañón. Muchos son chavales que están apartados socialmente, que sufren racismo y acoso desde niños. Y meterse en una banda que les proteja es de algún modo procurarse un respeto, un entorno en que los cercanos les admiren. Hablamos de mafias albanesas, serbias, italianas, incluso españolas... Hablamos de los narcotraficantes de la Línea, donde hay una alta tasa de paro... Hacen un viaje en una goma de estas y sacan para tres años. Es una manera de crecer rápido y sentirse parte de un grupo. Y todos nos decían que hay algo de adrenalina en eso, un enganche de muchos tipos.

­—¿Es como sentirse el protagonista de una película que no hace cualquiera?

—Claro, y piensa que la mayoría son chavales que no tienen formación. Y esa es la manera que encuentran de ser el futbolista o el rapero que admiran. Y luego están los capos que viven tranquilamente en Marbella, que no se sabe a qué se dedican.

—¿Hay ciertas líneas rojas, códigos de honor en ese mundo al límite?

—Sí. Por ejemplo, el abogado en el que nos inspiramos no defiende a acusados de pedofilia ni de violencia de género.

—¿Qué te sorprendió más de Marbella?

—Que en un pueblo como Marbella, que no es Vigo o A Coruña, haya más de 150 bandas es increíble. Allí tienen sede hasta Los Ángeles del Infierno.

—Nada que ver el narco en Marbella con las Rías Baixas...

—Nada. El narco gallego es discreto, no es nada fantasioso. Lo primero que hace es ponerle un muro alto a la casa para que nadie vea qué hay ahí dentro. Coches de alta gama, nada. Quizá hubo una Marbella gallega en la época de Sito Miñanco, pero eso les llevó a la destrucción total. El nuevo perfil del narco en Galicia es discreción total.

—Estás a punto de cumplir los 50. ¿Tienes guion para celebrarlos?

—En enero del año que viene me caen los 50, sí. Y como buen Capricornio tenía cinco guiones... Pero ahora estoy en plan de dejarme llevar. Lo único que me importa hoy es que la vida siga bien, que los míos estén bien. Tengo la suerte de tener un trabajo precioso, como es dirigir series y películas que no había soñado ni cuando estudiaba. Nunca pensé que llegaría a ser director de cine. Celebrar los 50 será celebrar el privilegio de contar historias. Ilusionarte con otros para hacer algo es lo que te da la gasolina para seguir tirando.

—¿Hiciste ya ese «Master and Commander» de la batalla de Rande?

—No, ¡me encantaría! Para hacer batallas, ahora son presupuestos muy costosos. Bayona, por ejemplo, hizo La sociedad de la nieve con un presupuesto de 60 millones. Ese dinero es difícil de juntar para un mercado como el español. Por otra parte, como la tecnología va avanzando mucho, cada vez se hacen digitalmente más cosas que antes eran impensables. Entiendo que, dentro de algunos años, veremos ya películas de batallas hechas con esa tecnología por productoras españolas. Yo no querría retirarme sin hacer una película así.